domingo, 16 de mayo de 2010

UN TIPO DECIDIDO, O MÁS O MENOS, TAL VEZ

¿Habrá muerto realmente de calor? Una causa que podríamos llamar natural, viéndolo con simpatía. Epaminondas yacía ya sobre la camilla que lo trasladaría hasta la morgue judicial. Era una persona joven y, aparte del callo, nadie sabía si padecía alguna enfermedad o afección que lo llevara a una muerte tan prematura; al fin y al cabo tenía cincuenta años nada más y físicamente representaba menos edad de la que en realidad tenía.
¿Habrá decidido su muerte? Tal vez, por no soportar las constantes presiones de Libertad recordándole a cada momento que él aún la amaba y no quería reconocerlo. Eso no parecía excusa suficiente para una decisión semejante. O tal vez era muy débil para terminar de decidir quién de ellos tenía razón. Y al no encontrar una salida en esa relación, encontró una salida para sí mismo. Al menos eso creía.
En muchas ocasiones había decidido dejarla, pero algo lo impulsaba a continuar con ella. Temor a lo desconocido, a lo que no pudiese conocer, a lo nuevo; no lo sabía. Hacerle daño era lo que menos quería, por supuesto, pero se daba cuenta que seguir con ella los dañaba a ambos. Epaminondas era un tipo fiel, sincero, demasiado sincero y con pocos pelos en la lengua para con ella. Si hubiese sido más hipócrita ella estaría feliz y él haciendo de las suyas buscando el amor que ya no encontraba en ella.
Pero ¿qué era lo que buscaba realmente? Creemos que lo que nuestro amigo buscaba en realidad era terminar con todo su pasado y comenzar de nuevo. De cero. Desde su familia hasta su relación con Libertad. Íntimamente creía que podía ser feliz, pero necesitaba borrar todo y estar solo; o bien haciendo lo que quisiera sin dar explicaciones a nadie. ¡Qué costumbre la de atarse a otro como si fuese una muleta! ¡Qué costumbre ésa de dejarse convencer por la insistencia del otro y hacerse carne de la idea de su incapacidad de decidir correctamente y ser siempre el que está equivocado!
El caso es que tomó su decisión, y ante los reclamos de su novia que no quería dejarlo, optaron por continuar disfrutando de una especie de amistad con derecho a roce. Y funcionó un tiempo. Poco. Tampoco le gustaba estar así aunque lo pasaban muy bien juntos. Pero apenas la cosa tomaba nuevamente visos de formalidad, todo comenzaba a ser como antes. No había caso. No había amor de una parte y había cierto egoísmo de la otra.
“El amor, para muchos, es un sentimiento que despierta el egoísmo más abyecto que se procura el bienestar propio a costas del otro amado. No piensa en el otro más que en función de mantenerlo cerca a cualquier precio, inclusive, la infelicidad de la otra persona. Ese amor es absolutamente egoísta, no le importa lo que el otro sienta mientras éste esté satisfecho con su objetivo alcanzado. Ese amor no sirve más que para satisfacerse a sí mismo, creyendo, además, en lo sublime de su obra que lo soporta todo para sostenerse en su meta.” Esto lo escribió Epaminondas tratando de explicarse la actitud de Libertad, e inmediatamente trasladaba ese comentario a su propia manera de sentir el amor: “Cuando ese sublime y a la vez carnal sentimiento nos atropella como una locomotora fuera de control, nos destroza para volver a armarnos como un rompecabezas de mil piezas, nos deja dando vueltas sobre un único eje: la persona amada; cuando esto sucede, el desprendimiento de uno mismo debe ser el arte por excelencia, una virtud que permita al otro sentirse seguro y en libertad de decidir si desea ser amado de esa forma y si es capaz de amar así. Ese amor es respetuoso de sí mismo y del otro, y se basa en la auto confianza y el feedback y no en el ataque a la autoestima, las necesidades y los sentimientos heridos. Ese amor se banca la libertad de elegir del otro y se satisface en la felicidad de aquél, no solamente en la de sí mismo.”
De cualquier manera seguía pensando en la posibilidad de que Libertad tuviese razón en cuanto a lo que él en realidad pensaba y sentía, es decir, que decía una cosa pero en realidad sentía otra, que estaba de alguna manera afectado por su historia y que debía resolver primero aquello en vez de romper con ella, que lo amaba y lo comprendía como nadie en el mundo jamás lo hizo y lo hará. Pero la decisión estaba tomada. Aunque comenzó a sentir algún temor que intentó tapar de alguna manera, para no volver atrás en su determinación.
Sí, él tenía una historia, por supuesto; pero lo que está claro es que la duda y la indeterminación, incluso la ambigüedad fueron las que la construyeron. Pero en base a los diversos datos que tenemos, no podemos definir a ciencia cierta si decidió quitarse la vida, si su muerte fue accidental e incluso, hasta el cuerpo que parece estar sin vida, en esa camilla, delante de nosotros, nos hace dudar de que realmente Epaminondas esté muerto. Quizás no sabe qué decidir, si seguir la luz o volverse y empezar de nuevo, a pesar de las apariencias.