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"The Elephant Never Forgets" Jean-Jacques Perrey, autor L.V. Beethoven
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patogenia
(De pato- y -genia).
1. f. Parte de la patología que estudia cómo se engendran estados morbosos.
Y sí, este texto podrá parecer autorreferencial, y no lo culpo, no la culpo, estimado lector ya que es tan real como las cosas pueden serlo. Muchos conocen mi nombre, Patricia y mi apodo, claro, Pato.
Hace unos días hice un depósito. Deposité mi trasero en la silla de uno de los pasillos de espera en el PAMI II, como cualquier hijo de vecino podría hacerlo, como cualquier alma que se precie de poseer unas pompas que ameriten posarse sobre ellas. El policlínico, que no tiene nada de divertido sino algún chiste que de vez en cuando algún anciano desempolva de sus recuerdos; pone a disposición de los visitantes que se acercan a saludar y a preocuparse por la salud de algún internado, una serie de sillas alineadas contra la pared que enfrenta las puertas de las habitaciones.
Tal vez el inconsciente nos haga jugarretas y nos lance pedorretas para hacerse notar, pero el caso es que seguí la flecha, roja, imponente, que estaba ahí y no estaba, que ostentaba su color de alerta, el mismo color de las sillas, sobre el gris claro de las paredes tristes. Tal vez eso me llevó a 'esa' ubicación en particular.

Como si hubiese ganado mi sitio en el juego del baile de la silla en el cual la única bailarina era yo, compitiendo conmigo misma al son de mis elucubraciones de escritora; había caminado ida y vuelta varias veces por delante de la platea, por la tribuna expectante de noticias, movilizando la sangre de mis piernas; había recorrido las butacas vacías midiendo con pasos las distancias del tiempo de espera, había recordado el vacío auditorio en un espectáculo del museo Castagnino durante el 'Fesival de Música y poesía latinoamericana', uno de los más deprimentes que vi y oi en mi vida y no por el título sino por el contenido y la estética que se propuso. Ida y vuelta, vuelta e ida; ida estaba cuando, evidentemente mi interior decidió tenderme esa trampa. Freud saltaba de alegría en su tumba y sus libros, su teoría se veía afianzada por un acto fallido de gigantescas dimensiones, y esto lo dejo al análisis que seguramente algún versado en el tema se sentirá tentado de realizar y a quien agradeceré su consulta gratuita. Era esa silla, debajo de un cartel que alguien se detuvo a leer delante de mí, sin darle importancia tal vez porque las cosas quedan donde están, durante mucho tiempo sin que nadie las retire aunque ya no sirvan para el fin al que fueron llamadas. Reformas variadas dejaron ese cartel, debajo del anuncio que señala SALIDA como un arco a punto de flechar, ESE cartel tramposo, juguetón, morboso; que me llamó como se llama a un doberman con un silbato sordo y obedientemente acudí a la llamada: 'PUESTO DE ACOPIO DE RESIDUOS PATOGÉNICOS'.