Soy un cajero automático,
no escupo billetes
los vomito en tu mano.
No sé tu código
pero estás numerado
como cada uno de estos papeles
que, sin decir gracias,
se dan media vuelta
y salen contando
su propia melodía.
Me voy vaciando y
los gusanos me verán como festín
cuando vuelva a ser humano.