Soy una estalactita
tic tac,
rara por su hueco
toc toc,
estática cripta
cri cri.
(Silencio)
Shhh.
La desconfianza muere en el deshielo.
Algunas reflexiones, algo de humor, algo de nostalgia, algunos personajes que viven acá, cuentos, poesía, cosas que nos pasan, o no, porque nunca se sabe cuando es ficción o cuando es realidad.
Páginas
sábado, 28 de abril de 2012
sábado, 14 de abril de 2012
Sólo observando un solo interior
sábado, 7 de abril de 2012
Grand Jesus 4X4
El tipo, dueño de una poderosa 4X4, recorría los caminos de montaña pensando en su desgraciada vida, apretado por deudas de una familia acostumbrada a la vida de consumo y también por sus propios excesos; todo lo cual lo llevó a su separación luego de descubrir que su mujer lo engañaba con la mucama y con el jardinero, al mismo tiempo que el jardinero, entonces, también lo estaba engañando a él con su mujer y con Pupi, el Gran Danés que crió de cachorrito. Sus hijos, absolutamente descarriados, estaban en una isla bailando por cantar, abandonando el rentable negocio funerario de sus ancestros y lo único que le quedaba era esa camioneta que tenía patentes impagas, cientos de multas y le soplaba la junta de la tapa de los cilindros. Solamente le quedaba el suicidio por delante, y justamente a sus ojos se abría el ancho río que lo llevaría a él a la muerte buscada. Encaró el camino polvoriento rodeado de espinosa vegetación, las pequeñas piedras saltaban escupidas por los neumáticos, sus manos en el volante con el rumbo definido hacia el agua y su pie, firme en el acelerador, no cedía presión e imprimía velocidad hacia su salvación. El agua estalló abriendo camino al vehículo formando un abanico de efímera existencia y comenzó a internarse en el caudal, siguió avanzando hacia el centro del río. El hombre, decidido pero aterrado, con sus ojos cerrados esperaba que le llegara el ahogo, la desesperación, la... la... nada. La 4X4 continuaba su recorrido por sobre ese curso de agua cuya profundidad parecía no exceder los cincuenta centímetros.
Abrió los ojos, sorprendido por tamaña señal del altísimo, de la vida, de lo que fuere que le dio una segunda oportunidad. Se quedó aferrado al volante, el sudor fue lo único húmedo que sintió en ese momento. La camioneta se detuvo por un desperfecto mecánico, y quedó varada sobre el agua. Así, giró lentamente la cabeza observando a su alrededor y su humor cambió repentinamente, se burló de su ignorancia sobre esta geografía que lo había engañado. Pero se había salvado de la muerte.
Fue entonces cuando comenzó a pensar en la estupidez que había estado a punto de cometer, en la barbaridad de no encontrar otra salida más que esa para solucionar sus problemas, recordó frases de autoayuda como aquella que dice "no estás deprimido, estás distraído", famosas palabras de Facundo Cabral, y recordó las cosas buenas que todavía tenía para compartir y enfrentarse a una nueva etapa de su vida. Empezaría todo de cero, todo de nuevo; hasta su manera de pensar estaba comenzando a cambiar luego de semejante demostración del destino de que tenía que seguir viviendo, que alguna misión le quedaba por cumplir del lado de los vivos en este mundo cruel pero lleno de oportunidades para los osados y decididos. Así que abrió la puerta y con renovadas energías dio su primer paso en este presente que enfrentaba lleno de esperanzas en el porvenir y se hundió, irremediablemente, en las profundidades del caudoloso curso de agua, sobre el cual la camioneta flotaba siempre y cuando sus puertas se mantuviesen cerradas.
Moraleja:
Si tenés una Grand Jesus 4X4, leé bien el manual de instrucciones.
Moraleja:
Si tenés una Grand Jesus 4X4, leé bien el manual de instrucciones.
miércoles, 4 de abril de 2012
Agentes en-cubiertos
Parece que la policía de la zona está pensando en sacar agentes en-cubiertos a las calles. Se habría pensado que montaran tenedores gigantes, pero se decidieron por cucharas grandes con ruedas de madera, porque no cortan ni pinchan.
Sueña que sueña que sueña
Sufrir trastornos de sueño no significa tener sueños trastornados como los míos. Ayer soñé que soñaba que soñaba. Estuvo bueno. Apagué el despertador tres veces y me desperté una sola vez.
martes, 3 de abril de 2012
La guerra no merece héroes (Suena extraño, ¿no?)
Podés escuchar el tema antes o después de leer el texto, o durante, o muchas veces: LA MEMORIA - LEÓN GIECO
"Los hábitos belicosos nos dominan de tal modo, que hasta para perseguir la guerra nos valemos de la guerra..."
Juan Bautista Alberdi (1870)
Si tuviese la capacidad de ser lo suficientemente ciega como para no ver esto, sería mucho más feliz de lo que soy. Una fecha más en la que se conmemora un acto bélico en el cual los actores han sido víctimas de una falacia, una locura insana, un canallesco estado de alienación casi colectiva que los envió al matadero. Ya conocemos la realidad de esos muchachos y sus familias que, en medio de un consenso generalizado, fueron con gomeras resecas y desnudos a poner el cuerpo y la mente en un acto de crueldad e inhumanidad llamado guerra, eufemismo usado para evadir la realidad: No fue una guerra, fue una entrega. Si a la mayoría del pueblo nos propagandearon y manipularon para acordar que la invasión y la guerra estaban justificadas al punto de gritar vivas en la plaza, en las calles y en las escuelas, había muchos otros que debían callar sus verdaderos sentimientos y buscaron, entonces, en la verdadera defensa de sus afectos, la manera de sacar a sus hijos de esa mentira asesina. Nada, nada justifica que un hijo vaya a matar y morir; ¿qué tiene de noble y digno ejecutar a otro, transformarse en verdugo, y, al mismo tiempo llevar en sí la propia sentencia de muerte? Muchos lo sabían, otros veían a la guerra como esas propagandas pintorescas de películas y series de héroes de Vietnam, o de la Segunda Guerra, o la que fuere: El reconocimiento de la muerte como un acto de heroísmo en defensa de la patria es un invento de quienes necesitan mentes convencidas de que eso es un acto de valentía, de altruísmo en comunión con el pueblo; aunque quienes planifican las guerras jamás se exponen a las balas; lo cual se justifica por la importancia del papel de los jefes de estado y su escasez, claro.
He reflexionado mucho sobre esta idea, aunque lo presento como pregunta, tal vez para que quien también haya pensado en esto se anime a analizarlo: ¿Héroes, víctimas, veteranos? Un poco de los tres, pero liberando algunos términos del peso que le otorga el belicismo.
Mi idea de guerra, es decir, el concepto de dicha palabra, coincide con lo que expresa Juan Bautista Alberdi en El Crimen de la Guerra (1870). Aunque el tiempo haya transcurrido, algunas ideas no deben cambiar, como el que iguala a la guerra con el crimen justificado sobre bases falsas, sobre filosofías y políticas adaptadas a conveniencias; y más aún, cuando sucede que uno de los dos ejércitos enfrentados está compuesto por guerreros entrenados, verdaderos verdugos asesinos in situ, mentalizados respecto a morir y matar por “justicia”, con armas en condiciones de ejecutarse y vestimenta adecuada y cuando el otro contendiente es un grupo de corderos entregados en sacrificio: aunque muchos hayan ido con la convicción de defender un ideal, los argentinos no teníamos la infraestructura y el potencial del adversario y muchos no teníamos verdadera conciencia de lo que es un frente de batalla. Si queremos seguir disfrazando y justificando la presencia y sufrimiento de los soldados argentinos en un retorno como “héroes de guerra”, perpetuaremos la justificación del acto bélico como la posibilidad siempre latente para hacer justicia, para lograr metas no siempre claras. Yo no quiero eso. Muchos no queremos eso. Ellos no quisieron ni merecieron vivir esa experiencia; nadie lo querría. Aunque el discurso de los veteranos de carrera y de muchos soldados reivindique el valor y la convicción en sus ideales para participar en la lucha armada, éstos debieran defenderse a través y únicamente, de la diplomacia. Revisemos el concepto de "heroísmo" y saquémoslo del ámbito justificativo de la guerra: Quienes participan fueron y serán "víctimas" de los últimos estertores de un Proceso de Reorganización Nacional que no encontró una mejor opción que seguir asesinando a su propio pueblo, disfrazando de virtudes a una decisión tan nefasta como hipócrita instalando la guerra como medio de unión popular, tal vez con un enroque mal jugado frente a la reina. Si alguien debe ser soberano, imagen del rey en el enroque al que aludí, es el pueblo, y no se lo puede usar para fines tan macabros. Nos dejaron en jake, adrede, como si hubiesen creído que con esa estrategia salvarían a la torre y, con ello, la partida; una jugada ignorante. Nunca una guerra será solución a nada ni generará héroes siendo ella misma quien instala el vocablo en términos militares, porque solamente ofrece víctimas en sacrificio, muerte, secuelas imborrables, miseria.
Voy a aclarar más el punto. La guerra no está más que al servicio de la muerte y el crimen "justificado" por conveniencias del poder. Los actos extraordinarios de sus partícipes fueron: Sobrevivir en un escenario donde no había ficciones sino una realidad aterradora y sin sentido, la convivencia en camaradería y el despojo del ser propio para salvar a un compañero o a un grupo de compañeros y a sí mismo y sostener el honor del motivo que los llevó hasta allí: La defensa de la soberanía. El servicio que era para el pueblo, en pos de la patria, fue transformado en una argucia de manipulación de hondos sentimientos humanos, que es desde donde en realidad mana el concepto de heroísmo con el cual cabe calificar dichos actos. Pero otra vez, no es la guerra quien lo logra, es la propia esencia humana de quien la padece en el servicio al prójimo. No es la guerra la que genera héroes sino la humanidad del ser que la padece; y la guerra no debería arrogarse tal derecho, de ninguna manera.
Por eso, no quiero usar la palabra héroes si no es despojándola del complemento “de guerra” para quienes debieron acatar órdenes y sufrir los tormentos a los que fueron sometidos mientras acá juntábamos oro, escribíamos cartitas y tejíamos bufandas, con pesar pero también con una alegría que nos hacía sentir que colaborábamos con los soldados, una falsa alegría porque estaba basada en una mentira. Nada de eso les llegaría, o poco tal vez; nada de eso les servía en el frente. Sólo estaban ellos, con su aterrado ser y en medio de la desorganización de sus superiores que no los valoraban, que los maltrataban, que ni siquiera les daban comida, e incluso, a muchos soldados, les daban armas que no funcionaban. A quien fue y sostiene su idea de que el valor se demuestra en una guerra, no lo entiendo ni lo entenderé jamás, porque lo que en realidad surge allí es el instinto de supervivencia y de amor al prójimo; porque somos seres humanos y el entorno adverso nos une para preservarnos cuando el peligro es real y palpable, tan cercano y terrible como lo fue en el frente; no entenderé jamás el honor que supone participar en una guerra porque nadie merece ser sacrificado de esa manera. Son víctimas, de la guerra y de la sociedad que los olvidó y descuidó tanto tiempo, como si la vida de esa gente hubiese sido la misma luego de semejante tormento, sin mencionar los suicidios de muchos de los ex combatientes. Son los sacrificados por la guerra. Ellos fueron un recorte de la sociedad, seleccionados como corderos para que los demás nos quedásemos en casa imaginando ataques nocturnos en medio de los apagones, lejos del territorio en litigio, y así, no teníamos real conciencia de lo que significaría para ellos, ni ellos fueron conscientes de lo que iban a enfrentar hasta que lo vivieron.
Todos perdimos, ni siquiera los ganadores tienen gloria si le sacamos a la guerra el privilegio de los reconocimientos al honor y el deshonor. Son otros códigos. Los soldados fueron las víctimas de ese sacrificio de fuego en el que muchos no estuvimos; por edad, por carrera, por ideales. Como dice Alberdi, “…hasta para perseguir la guerra nos valemos de la guerra…”, y debemos cambiar esa idea generalizada. Son todos ex combatientes, víctimas de la criminalidad de un grupo de poder que los entregó. Si logramos neutralizar la idea de guerra asumiéndola como un crimen en la que todos se implican, lograremos entender que ella no merece tener héroes, desde este punto de vista, es una palabra que se usa como consuelo y no sirve más que para hacernos sentir que los valoramos como se merecen y para que ellos mismos sientan que son reconocidos por su valor y no por ser víctimas del horror. En todo caso fueron y son “héroes en la guerra” y no “de guerra”. Debiera existir una sola palabra que defina esto, pero no creo que exista, una cuyo concepto sea este: “Persona que, siendo víctima y partícipe de una situación en estado de guerra, realiza actos temerarios, de camaradería con sus pares, de aceptación de la derrota y el deseo de la finalización de esa situación a la que es sometido, sosteniendo los valores reales en cuanto a soberanía, teniendo como meta la supervivencia propia y de sus congéneres, solidarizándose con ellos y superando sus propios temores en un entorno hostil; capitalizando la experiencia como aprendizaje para ser transmitido a las generaciones futuras.” Difícil encontrar una sola palabra, por ahora, tenemos los nombres propios de cada excombatiente, y con eso ya podemos darnos por satisfechos.
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