Abrió los ojos, sorprendido por tamaña señal del altísimo, de la vida, de lo que fuere que le dio una segunda oportunidad. Se quedó aferrado al volante, el sudor fue lo único húmedo que sintió en ese momento. La camioneta se detuvo por un desperfecto mecánico, y quedó varada sobre el agua. Así, giró lentamente la cabeza observando a su alrededor y su humor cambió repentinamente, se burló de su ignorancia sobre esta geografía que lo había engañado. Pero se había salvado de la muerte.
Fue entonces cuando comenzó a pensar en la estupidez que había estado a punto de cometer, en la barbaridad de no encontrar otra salida más que esa para solucionar sus problemas, recordó frases de autoayuda como aquella que dice "no estás deprimido, estás distraído", famosas palabras de Facundo Cabral, y recordó las cosas buenas que todavía tenía para compartir y enfrentarse a una nueva etapa de su vida. Empezaría todo de cero, todo de nuevo; hasta su manera de pensar estaba comenzando a cambiar luego de semejante demostración del destino de que tenía que seguir viviendo, que alguna misión le quedaba por cumplir del lado de los vivos en este mundo cruel pero lleno de oportunidades para los osados y decididos. Así que abrió la puerta y con renovadas energías dio su primer paso en este presente que enfrentaba lleno de esperanzas en el porvenir y se hundió, irremediablemente, en las profundidades del caudoloso curso de agua, sobre el cual la camioneta flotaba siempre y cuando sus puertas se mantuviesen cerradas.
Moraleja:
Si tenés una Grand Jesus 4X4, leé bien el manual de instrucciones.
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