No puedo con mi genio. He usado corchos cuya resistencia vencería al más fuerte de los sacacorchos. He procurado que la lámpara quedara oculta y lejos de cualquier frotamiento intencional o accidental. Pero siempre encuentra la manera de aparecerse y sugerirme que realice mis más variados deseos. Una y otra vez, luego de pensar en ellos, le pido que regrese a donde estaba.