No dar a conocer un texto nuevo es algo que hasta ahora no había vuelto a experimentar desde que era adolescente, cuando el diario no se lo leía ni se lo dejaba leer a nadie: a nadie. Ahora ando un poco en eso. Un poco. Lo cuelgo acá porque sería extraño recibir visitas interesadas en lo que escribo. Podrán entrar accidentalmente buscando otra cosa relacionada o no. Y bue. Como creo en la sincronicidad de los hechos, algún sincrónico hurgará por estos rincones aburridos y tontos, o tal vez alguien descubra el interlineado que tanto dice. Dice de vos. Porque dicen que quien lee como producto de una búsqueda azarosa tal vez encuentre esas palabras que lo identifican o que necesitaba leer en el preciso momento del encuentro -que no lo da Quilmes-.