Con su hato al hombro caminará por su barrio, ése que lo ve mojarse en los zaguanes, en los bancos de la plaza, o en la parada de colectivos techada. Que lo ve tiritar, helado hasta las tripas llevándose a la boca un tetra adquirido con monedas. Bajo las rastas, naturales, su cabeza cruje, se estruja y piensa: "No leeré nada sobre la muerte".
Y en aquella esquina en ochava, debajo de la ventana ve, una bibicleta pintada en la pared; una bicicleta que nadie monta, vacía y llena de preguntas. Y piensa: "No leeré nada sobre la muerte". Y seguirá caminando, para no congelarse.
Alguien lo cruzará, alguien que siempre lo observa deambular por ahí, y pensará: "No leeré nada sobre la muerte", y se subirá a su nuevo automóvil, como todos los días, después de darle sus monedas al mendigo; y éste escribirá en algún muro, luego de agradecer el gesto: "Un día más, y nada más."