sábado, 30 de julio de 2011

Columna XX (equis equis): CUADRADILLOS

“Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;”

Redondillas, Sor Juana Inés de la Cruz, allá, por finales del 1600.


La situación parece ser paralela actualmente, con lo que sucedía hacia la segunda mitad del S. XVII, cuando nuestra amiga Juana escribía en un convento. La propuesta es actualizar los vocablos sin perder el sentido que los originó, cosa que no será demasiado complicada ya que parece que no hay nada nuevo bajo el sol.

Muchos recordarán las famosas “Redondillas” y si no las recuerdan, las iré copiando para que pueda notarse la similitud entre el S XVII y el XXI. Estas estrofas, están tan vigentes y omnipresentes como trasero de bailarina del “bailando”, y de la misma manera siguen firmes como tales pompas que, a sacudones, se ganan su lugar en el mundo.

¿Qué decía Sor Juana? Bien, vamos por partes, decía Jack el Streepper d’or (véase esto como actualización jocosa de Jack el Destripador).

“Hombres necios que acusáis /a la mujer, sin razón, /sin ver que sois la ocasión /de lo mismo que culpáis; /si con ansia sin igual / solicitáis su desdén, / ¿por qué queréis que obren bien /si las incitáis al mal?”: Muchos hombres, demuestran ser unos energúmenos sin raciocinio, cuando andan por ahí juzgando mal a las mujeres que dan el sí, a la propuesta que, básicamente, se relaciona con tener sexo sin mayores prolegómenos, cuando, en realidad, buscan y desean que les digan que sí.

“Combatís su resistencia / y luego, con gravedad, / decís que fue liviandad / lo que hizo la diligencia”: Ante una negativa, se arrastran, buscan, insisten, insisten, insisten... y después, dicen que les resultó fácil, cuando, en realidad, consiguieron el objetivo luego de durísimas negociaciones.

“Parecer quiere el denuedo / de vuestro parecer loco, / al niño que pone el coco / y luego le tiene miedo.”: Este género, clase, estilo, tipo (en definitiva) de hombre; piensa de manera tan incoherente y contradictoria, como un nene que se hace el valiente, pide que le dejen ver una película de terror y después se va a dormir a la cama con sus papis porque se muere de miedo.

“Queréis, con presunción necia, /hallar a la que buscáis /para pretendida, Thais, /y en la posesión, Lucrecia. /¿Qué humor puede ser más raro /que el que, falto de consejo, /él mismo empaña el espejo /y siente que no esté claro?”: Resulta que entonces, este tipo de hombre, parece que siente que tiene que elegir el bocado correcto en el mismo lugar en donde come y defeca (según su pensamiento, claro)

“Con el favor y el desdén /tenéis condición igual, /quejándoos, si os tratan mal, /burlándoos, si os quieren bien.”: Generalmente les da igual la respuesta a la hora de su valoración: Si dice sí, es una mina fácil; si dice no, es una reprimida histérica. Todo mal.

Queridas XX, “esos” hombres no están bien de la cabeza, los hay mejores. Las Redondillas continúan, pero hasta acá llegamos: Si quieren más, me avisan.

sábado, 9 de julio de 2011

Hehehehe, slurp

Para mi hermana Marisa.

Con mi hermanita jugábamos mucho de cachorritos. Nos dejaban sueltos en el exterior de la casa, que era enorme, claro; vivíamos en un club y había muchísimo terreno para correr sin peligros. Nos gustaba hacer muchas cosas, porque nos metíamos en el frontón, en las canchas de tenis, en el campo de golf, hasta nos animamos unas cuantas veces a meternos en la piscina. Varias de esas incursiones fueron violentamente reprimidas a ojotazos, no entiendo la discriminación si la gente también deja sus pelos en el agua. Así que nos abocamos, precisamente uno de esos días de piscina, a jugar entre las hamacas, sube y bajas y el tobogán. ¡Eso era excelente! Todo lleno de arena para nosotros y lleno de chicos que nos mimaban; ¡qué buenas épocas! Acá, donde vivimos ahora tenemos que tener un cuidado bárbaro para salir a la calle porque está lleno de autos y tenemos que esperar que nos saquen a pasear, con la correa, e ir hasta la plaza. Extraño la libertad que tenía en el club. ¡Allá estaba lleno de árboles! ¡Era un felpudo infinito de césped, verde y esponjoso! Yo tenía mi árbol favorito, pero como varón, me correspondía poner los límites a nuestro territorio así que TODOS los árboles de los alrededores tenían mi olor inconfundible. Pero la arena... el arenero de los juegos... suavecito y tibio en invierno era tan tentador que me resultaba imposible no dejar mis excrementos ahí. Todo un drama, aparentemente.

"Colo, ¡Colo!", me sacaban de vuelo cuando me veían, yo trataba de taparlo, la vi a la gata haciéndolo pero ella es viva... No sé cómo hace para que no se den cuenta que ella también defeca ahí mucho más que yo, y después me echan toda la culpa. Mi hermana, Coca; como habrán observado somos Coca y Colo; los gatos se llaman Fernet y Branca... En fin, para qué voy a comentar algo sobre eso; el caso es que definitivamente, para ciertos casos en que se requiere discreción, me gustaría ser gato. Son tan independientes, sigilosos, astutos... Nosotros somos más atolondrados y quedamos en evidencia todo el tiempo. Un poco de bronca les tengo porque nunca logré treparme al ceibo en donde terminaba la carrera persecutoria. Me cansaba de ladrarles, los amenazaba con comerles la comida y hacerlos morir de hambre, después les prometía que no les iba a hacer nada; pero ellos no bajaban nunca. ¡Claro! Ni problema se hacían por la comida, si todo el tiempo se la pasaban cazando pajaritos, esos que a mí me picoteaban la cabeza. Soy medio gil, o buenudo, como dice la mamá de Pablito, mi amo, ella dice que no soy bueno del todo ni bol... no me acuerdo, pero me dice buenudo.

Lindas épocas, después de todo. Pero como estaba comentando, mi hermana Coca era la que inventaba las nuevas formas de juego. Ella era y sigue siendo la cabeza pensante en momentos en que no tenemos nada que hacer, y esto es casi todo el tiempo entre comer, tomar agua y dormir. No andamos de vigilantes, para nada. Para eso los trajeron a Red y a Bull; sí, ya sé... tampoco vale la pena mencionar acá lo habilidosos que son para ponernos nombres; ellos son los que meten miedo, dos enormes bull dogs que hasta nos retan a nosotros, se abusan porque somos dos caniches, pero que no se hagan los vivos, porque yo sé muy bien dónde morder y que les duela, y muuucho. Hehehehe, el caso es que Coca se había dado cuenta de una cosa: Cuando íbamos a jugar al tobogán, los chicos nos levantaban y nos ponían arriba de todo y nos largaban por la rampa, uno de ellos, desde abajo nos atajaba. ¡Guau, era lo más! Pero ella, atrevida, osada y un poco irresponsable, no quiso que la atajaran así que cuando estaba deslizándose en sus cuatro patas hacia abajo rumbo a los brazos de algún niño se le ocurrió ladrarle y mostrarle los dientes con mucha bravura ¡Hahahaha! ¡Es terrible Coca! Y el chico se asustó y la dejó pasar de largo... Fffffuuuuaaaássss, puf. A la arena y de trompa; se hizo un silencio sordo. Yo me quedé atónito y me acerqué a olerla y a ver si se había lastimado para lamerle las heridas. Coca no se movía. Lo que pude ver primero es que su vientrecito se agitaba mucho, mucho como si se estuviese ¡riendo! ¡Qué bárbara! Levantó la cabeza y empezó a los gritos: "¡Hahahaha! ¡Guauuu! ¡Grruauuu! ¡Otra vez!" Y la vi muy decidida, subiendo los escalones del tobogán, llegar hasta arriba de todo, mirar la arena con decisión y de nuevo fffffuuuuaaaássss, puf. Ahí me animé yo también, qué tanto, los sacamos a los chicos de ahí, bueno, la verdad es que se acercaron chicos y grandes pero no para usar el juego sino para vernos y divertirse con nosotros.

Extraño el club. Ahora nos aburrimos bastante en esta casa, que tiene patio de cemento y macetas. Ahora me cortan las uñas para que no raye el piso de madera y no me puedo trepar a ningún lado. Fernet y Branca más o menos la llevan mejor porque se saltan el tapial. Se trepan por las plantas y se van quién sabe a dónde. Yo quiero volver al club.

sábado, 2 de julio de 2011

Arribo

La ruta se cerraba frente a nosotros a medida que avanzábamos en un sitio desconocido. La noche cambia el paisaje, lo circunscribe a un pedacito de yuyos que enmarcan el cemento del camino, apenas iluminado por las luces de auto. La lluvia, no paraba de hacer su trabajo y él, seguro de su habilidad y de su vehículo, conducía con suma precaución. Sé conducir, por eso puedo decir que lo hizo muy bien; de hecho, llegamos a la hora prevista, sin mayores sobresaltos que los míos, tal vez, por esa oscuridad que no me permitía ver más que hacia adelante, un poco más allá del capot del auto.


Sin embargo, cuando pude despegar la vista del camino, que parecía una pasarela al infierno, llena de carteles luminiscentes que indicaban curvas, contra curvas y caminos sinuosos, con paredes de rocas que se pegaban a mi ventanilla y luego se abrían en una negrura insondable, literalmente; aparecieron a lo lejos, unas pequeñísimas lucecitas agrupadas hacia abajo, como una galaxia con nombre cordobés, que pintaron el cielo en la tierra; aunque ya no sabíamos si era arriba o abajo hacia donde estábamos mirando. Sin saberlo, llegaríamos a Andrómeda.

Nos recibió la más blindada noche, se detuvo el motor del auto, en un silencio cortajeado por gotas de lluvia; y menos mal que así fue, porque esa ausencia de sonidos, hiere mis oidos desacostumbrados a su imponencia.

viernes, 1 de julio de 2011

XX (equis, equis): Honestidad masculina

«Se ha dicho que el hombre hace todo lo que hace con el único fin de enamorar mujeres».

Alejandro Dolina, en ‘Lo que me costó el amor de Laura’, Opereta Criolla, 1998



Este pensamiento me viene dando vueltas por la cabeza sin solución de continuidad: Todo lo que hace el hombre, lo hace para conquistar mujeres. Dolina, es uno de los tantos hombres que, bienvenido sea, se ponen las pilas y declaran con honestidad, las intenciones que subyacen cuando interactúan con alguna dama. Tal vez muchas de nosotras, tomemos este tipo de declaraciones como degradantes, sexistas, machistas o como quieran tomar postura; la mía es: HONESTIDAD masculina, la más abierta honestidad que nos permite saber el trasfondo de cualquier encuentro.

En el cuento ‘La conspiración de las mujeres hermosas’, Dolina pone en boca de uno de sus personajes: “Es que cada mujer que pasa frente a uno sin detenerse, es una historia de amor que no se concretará nunca.” Romántico o calentón, ¿importa eso?

Tal vez de allí surjan los piropos, esos desahogos masculinos en busca de nada en particular, en lo que se refiere al objeto de su grosería o de su galantería, excepto aliviar el impulso interior que le sube desde la entrepierna; que no es el caso que nos ocupa ahora, sino que lo interesante, es esa valentía, osadía o locura que los lleva a arriesgarse al lance ante una desconocida, o apenas conocida con la que quisieran pasar un buen momento, lo cual, traducido al lenguaje coloquial, ‘con la que quieren tener sexo en algún momento y lo más pronto posible’. ¿Dónde está el riesgo? Bien; se enfrentan a la posibilidad del sí, del no, de un bife, una carcajada o tal vez la humillación de dar con alguien que desparrame el acto de arrojo como si fuese un chisme.

Lo que no entra en discusión es cuando esto, se transforma en acoso; eso es deplorable y denunciable; hablamos de intenciones saludablemente normales, y que además, no toman una negativa como un fracaso, sino como parte de las variables a las que se exponen; resultados del arrojo al que los lleva su instinto. Eso es madurez.

¿Qué nos compete a nosotras? Frente a una situación de esas, lo que no se puede negar es el aumento de nuestra autoestima, eso corre por nuestra honestidad y autocrítica; y si pretendemos que no se nos tome por histéricas, pues no demos motivos, sabemos que esto es así y asumámoslo de una vez, si hay respeto, no ofende el lance y no hay por qué ofender al lancero.

Mis queridas XX: Lamento anunciarles que Heidi, era solamente un personaje de Johanna Spyri, y que a pesar de sus intentos, algún chivo se le escapaba.

Si no te cupo la pierna, o alguna cuestión moral te perturba, no lo andes mencionando como un chisme barato por ahí, al mejor estilo mediático, ni te burles de la situación ni te hagas la ofendida. Si, en cambio, estás disponible y con ganas, lo mejor es disfrutar un momento placentero, si continúa, bien, si no, también. Al fin y al cabo, tener un secretito luminoso, no es igual a un muerto en el ropero. Códigos, de eso se trata, de ambas partes.