Epaminondas Chazarreta:
1940-1990
Breve biografía y obras
Autor cuya nacionalidad es bastante discutida ya que, habiendo nacido en la zona de la triple frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay, sus padres esperaron llegar a destino para anotarlo definitivamente en la provincia de Santa Fe, Argentina. Su primer lugar de residencia fue un barrio de la ciudad de Rosario, Barrio Belgrano, famoso por sus cuatro plazas y sus entonces calles de tierra, zanjas y vecinos sentados en la puerta ataviados con camisetas mallita de color blanco, pijamas anudados a la cintura y un mate en la mano. El trabajo de su padre lo llevó, a muy temprana edad a cambiar de lugar de residencia en la localidad de Pérez, un pueblito pintoresco lindante a Rosario en la zona oeste. Allí se crió en medio de la naturaleza, rodeado de canchas de fútbol, de golf, de básquet, de bochas, pileta de natación, y hasta un frontón de pelota paleta, muy famoso por entonces. Más tarde y nuevamente por cuestiones laborales de su padre, la familia volvió a Rosario y, finalmente, vivió el resto de su vida en la localidad de Granadero Baigorria, límite norte de la ciudad donde vivió anteriormente. Su escolaridad transcurrió en colegios privados católicos, lo que definió su ferviente ateísmo, el cual vemos reflejado en uno de sus textos inéditos titulado: "No te creo nada, no te creo más" cuyo capítulo más polémico fue "¿Vendiste la crucecita de oro que te regaló la abuela?"
De más está decir que su nombre real no era difundido, siempre utilizó ese seudónimo siendo fiel a su filosofía respecto de la trascendencia de su obra: No ser reconocido jamás por nadie. Por eso tampoco nunca editó nada de lo que escribió. Algunos de sus borradores fueron encontrados en una bolsa de residuos que utilizaba como almohada al momento de su deceso y el resto estaba oculto dentro del colchón junto a una foto de su amada.
Entre esos papeles hallados, estaba su ensayo: "Cosas de la convivencia", que no llegó a concluir pero del cual transcribimos el siguiente fragmento: "Siempre a destiempo, tuvimos que decirnos varias veces estas cosas. Sin sincronización. Si no eras vos era yo. Igual, pase lo que pase estarás siempre en mi mente. Pero esta canción tan simple, representa esos momentos; a veces de uno y a veces de la otra." Se sabe que se inspiró en el tema de Elvis Presley "You are always on my mind" y se lo dedicó a su propia y conflictiva pareja.
También se rescatan sus "Reflexiones sobre las moscas", "Se murió el ventilador" y "Cómo es posible que me guste escuchar a Gilda".
Algunas reflexiones, algo de humor, algo de nostalgia, algunos personajes que viven acá, cuentos, poesía, cosas que nos pasan, o no, porque nunca se sabe cuando es ficción o cuando es realidad.
Páginas
lunes, 22 de marzo de 2010
Pacto
"Percibo tu presencia, la muerte que no es. La vida que te ofrezco con mi sangre te espera, late y se muestra debajo de mi piel para tentarte; despejo mi cuello, expongo la fuente del fluido vital que nos hará uno para siempre. Muérdeme, hiéreme con tu boca y deja tu marca en mi cuerpo y en mi espíritu. Dame de tu sangre, príncipe eterno; pactemos y sellemos el secreto de esta coexistencia que hoy intuyo simbiótica.
Aquí me tienes, acércate, hazme perpetua."
domingo, 21 de marzo de 2010
Cuando se apaga la luz
Esperanza de luz, en medio de la penumbra te escondes como en un juego sutil de desencuentro.
La más intensa negrura en mis ojos y en el aire se interpone entre nosotras, haciendo de estos instantes una serie de sucesos de infortunio a veces dolorosos, que dejarán marcas en mi piel sin que yo sepa qué fue lo que me ha lacerado escudándose en el anonimato, cómplice fiel de las tinieblas.
Hasta que te palpe no me detendré. Sé que allí estás, con tu pabilo expectante al físico y químico acontecimento que te hará brillar para mí. Pero el tiempo es tenaz y transcurre sin importarle mi desventura; y tú, nívea y lechosa candela, pareces encontrar el aspecto lúdico de lo que en realidad es, para mí, una cuenta regresiva.
Y aquí estás, debajo de un montículo que no puedo definir con certeza y se me hace familiar. Ya te tengo, inspiradora al fin de mi divertimento, ya te tengo... Ahora, sólo falta que encuentre los cerillos.
Hasta que te palpe no me detendré. Sé que allí estás, con tu pabilo expectante al físico y químico acontecimento que te hará brillar para mí. Pero el tiempo es tenaz y transcurre sin importarle mi desventura; y tú, nívea y lechosa candela, pareces encontrar el aspecto lúdico de lo que en realidad es, para mí, una cuenta regresiva.
Y aquí estás, debajo de un montículo que no puedo definir con certeza y se me hace familiar. Ya te tengo, inspiradora al fin de mi divertimento, ya te tengo... Ahora, sólo falta que encuentre los cerillos.
viernes, 19 de marzo de 2010
Inoportuno deceso
Hipnótico, en su pretenciosa empresa por revolucionar el aire que me circunda, gira sus aspas lentamente preguntándose con insistencia: -¿Qué, qué, qué..?- Sólo ese lamento quiebra el sigilo con el que lo observo y adivino, entonces, su agonía.
Extraña margarita de escasos pétalos, pende monótona en un vano alarde de frescura: -Qué, qué, qué...- continúa su queja. Corola raleada; me quiere mucho, poco y nada. Parsimoniosas revoluciones sin revueltas.
Extraña margarita de escasos pétalos, pende monótona en un vano alarde de frescura: -Qué, qué, qué...- continúa su queja. Corola raleada; me quiere mucho, poco y nada. Parsimoniosas revoluciones sin revueltas.
Y yo lo miro. Y lo escucho. Y me adormezco sosteniendo la esperanza de que ese aire que promete atravesarlo sea viento al fin.
Pero lo veo morir de a poco y a medida que se acerca su aciago desenlace, persiste en sostener su vocecita dilatando sus silencios, y recita de este modo una elegía monocorde en su nombre: -Que, eh... que, eh... que,eh... Que.-
Y yo sigo sin dormir, lamentándome por la prometida brisa que nunca fue, habiendo sido testigo de un deceso inoportuno y elevando insolentes voces blasfemas en medio del mismísimo infierno.
miércoles, 17 de marzo de 2010
¡Ahhh... Philip!

¿Por qué no quiero dejarte? No encuentro una respuesta que se pueda considerar de buen juicio, sensata o lógica. Quizás sea una hedonista sin remedio que pone por delante de tu vileza, el placer de encenderte con mi fuego. No lo sé.
Sí, claro que me dañas germen de mi desaliento; pero no es sólo tu culpa. Tan culpable es mi costumbre insana y sensual de acariciarte con mis labios y extraer de ti aquello que poco a poco te deshace; para elevarlo en una exhalación liberadora con la embriaguez de tu etérea entrega.
Sin darme cuenta me has comprometido a ser tu esclava, para continuar con tu afanosa destrucción, pero aun así me deleito en tu perjuicio.
¡Sí, cuánto me dañas, lo sé! Pero no quiero dejarte, Philip.
Sin darme cuenta me has comprometido a ser tu esclava, para continuar con tu afanosa destrucción, pero aun así me deleito en tu perjuicio.
¡Sí, cuánto me dañas, lo sé! Pero no quiero dejarte, Philip.
sábado, 6 de marzo de 2010
Te he burlado, cámara. Casi un retrato.
La captura sólo dura un brevísimo instante escurridizo y fatal. Y ahí está, la aversión a ese ojo inquisidor, que estimulará el deseo de que pronto pase el trance y lograr la trascendencia esperada; ese ojo inescrupuloso que no dudaría un periquete -porque nunca tiene tanto tiempo- en empañar la esperanza de que sea fiel justiciero para con el objeto expuesto a su arbitrariedad; ojo caprichoso en manos inexpertas. Manipulado manipulador de mis gestos, sabe que la sonrisa se torna hostil y busca el rictus que la simule auténtica para guardarla en su memoria. Pero no lo logrará. He intentado burlarlo, ciertamente, mareándolo con incontables intentos meticulosamente analizados uno tras otro.
Y lo he conseguido. Al menos en parte. Nada fotografía mis verdaderas cualidades porque orbitan en el universo de las abstracciones y nada tienen que ver con la concreción de mi ser; sólo lo usan.
Lo he logrado. Una sobria sonrisa enmarcada en surcos que la legitiman, logra la secuencia del gesto auténtico: la elevación de los pómulos que comprimen a los verdaderos testigos, fiscales y jueces de mi imagen inmovilizada, sin dañarlos, claro; los comprimen de abajo hacia arriba para que, tal vez, ese trozo de realidad aprehendida pueda decir algo.
Y lo he conseguido. Al menos en parte. Nada fotografía mis verdaderas cualidades porque orbitan en el universo de las abstracciones y nada tienen que ver con la concreción de mi ser; sólo lo usan.
Lo he logrado. Una sobria sonrisa enmarcada en surcos que la legitiman, logra la secuencia del gesto auténtico: la elevación de los pómulos que comprimen a los verdaderos testigos, fiscales y jueces de mi imagen inmovilizada, sin dañarlos, claro; los comprimen de abajo hacia arriba para que, tal vez, ese trozo de realidad aprehendida pueda decir algo.
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