Cuando uno encuentra las personas exactas para compartir los momentos, los deseos, la personalidad, la vida misma; nos damos cuenta de que todo sufrimiento previo fue en vano. La felicidad llega de la mano de esos seres que aportan y no quitan, que se entregan a tu entrega y que entienden, que te hacen creer de nuevo en lo que habías resignado como perdido o ya inexistente; tanto en la amistad como en el amor de una pareja.
Abrirse uno mismo produce un efecto de atracción para quienes son sensibles a tu manera de ser. Por eso no sirven las caretas, los disfraces ni las poses, solamente sirve dejarse ser; lo demás , simplemente vendrá sin presiones ni esfuerzo alguno. Pero cuidado, es mejor que estés de acuerdo con quien eres y fundamentalmente que te ames.
Vamos armando el puzzle de la vida.