miércoles, 11 de agosto de 2010

Invierno.


Cálidos tu abrazo y tu mirada, tu diálogo, tu piel, tu intimidad. Cálidas tu risa y tu seriedad. Como un imán el aroma de tu piel eriza la mía y se juntan y se rozan y se queman; y se vuelven a quemar. Carne en la carne y espíritu en espíritu -si es que existe tal cosa- pero los sentimientos fluyen al fin sin descaro y sin miedos. Te percibo, te gozo y te quiero.