domingo, 19 de agosto de 2012

Masacre.

Apago la lámpara para poder descansar. De noche, me resulta sumamente molesto percibir cualquier resplandor a través de los párpados. Me perturba. Me provoca un sueño recurrente que no deja que mi cuerpo se relaje. Sueño con linternas asesinas buscadoras de vida porque se alimentan de muerte. Apenas percibo un poco de luz las imágenes fluyen oscuras y rojas, en un paisaje plano y desolado y yo, en medio de cuerpos inertes, de pie, herida, con los ojos vendados. Tengo los ojos cubiertos con una venda blanca pero veo a mi alrededor y al grito lo ahoga un brazo armado. Luego, un estruendo y el remate. Como si hubiese estado en ese lugar. Y caigo muerta, con la cabeza destrozada. Era la última. Pero en la pesadilla sé que buscan más vida allá afuera para alimentarse de muerte.
También cierro bien las persianas y las cortinas, además uso un antifaz negro lo suficientemente grueso para que no se cuele una pizca de luz en mi cerebro.