Aislado reafirmé cada idea
desgarrando
los muros de la celda,
-ironía de una antigua playa-
desmoroné arena y canto rodado
para velar hasta tu amanecer.
Afuera
estabas,
esperando.
Sobreviví.
Mis palabras cautivas fueron pan
panacea en el encierro,
y se fugaron
-camisas cómplices-
textos libres
aleteando en texturas.
Esperanza
espera
y un símbolo, hija,
de un canto que rueda
debajo de tu almohada.
Este poema es un muy pobre (pobre por mi escaso talento) y humilde homenaje que escribí basada en lo que me movilizó conocer algo de la historia de Mauricio Rosenkof. Les dejo un enlace para que puedan conocerlo un poco más. Este poema tiene que ver con una de las anécdotas que él cuenta de su encierro, aunque no para reflejar el horror de lo que él pasó, sino la gran enseñanza que de ello, el autor y nosotros, debemos rescatar.
Mauricio Rosenkof |