martes, 16 de febrero de 2010

Eterno resplandor


Estaba tan seguro de que funcionaría. El resplandor aún permanece y durará quizás demasiado tiempo antes de que pueda salir de este encierro, de este enorme edificio devenido en mi panteón personal. Sí. Es posible que yo también muera a pesar de todo. He invertido millones en cada parte indestructible de mi cuerpo; me prometieron la inmortalidad, la superación del caos sin siquiera un rasguño en mi piel de metal. Cada parte y elementos de este refugio fueron pensados para mi subsistencia: habitación, alimentos, entretenimiento, elementos de mantenimiento para mis partes electrónicas y mecánicas además de un sistema de seguridad por si algún sobreviviente, presa fatal del pánico, quisiera invadir este sitio.
Nada dejé librado al azar, he anulado químicamente mis impulsos sexuales, extraje de raíz cada pilosidad de mi cuerpo para mantener mejor la higiene y no tengo descendencia por la que preocuparme. Debería sentirme satisfecho con los resultados. Pero ese resplandor no desaparece aún de la única y blindada ventana por la cual podría observar el exterior.
Pobres ilusos... La elevación del espíritu... las buenas obras... la fe. Me río de ellos que ahora ni siquiera existen en el mundo. Sólo yo con mi fortuna he logrado evadir la catástrofe. Ya pasaron tres años de aquello y no he podido salir a observar, ni siquiera asomarme a esa infernal ventana que se yergue inviolable, amedrentadora, como un ser de luz inalcanzable y con vida propia.
Tengo guardada la última "Paloma de Noé", un pequeño robot que verá por mí en cuanto el espantoso resplandor deje de asolar la tierra. Los primeros exploradores robóticos que utilicé fueron destruidos por el intenso calor exterior y debo tener cuidado de no desperdiciar la última oportunidad.
El tiempo no transcurre. No existe la noche ni el día, no tengo a dónde ir, sólo puedo permanecer dentro de esta fortaleza que me oprime, dentro de este cuerpo indestructible. A veces creo que me volveré loco. Aunque eso ya me lo decían ellos cuando estaban vivos, y ahora... ¿quién puede decirme que perdí la razón, que no estoy en mi sano juicio? Están todos muertos y yo vivo.
Ese resplandor no me va a ganar, he llegado hasta aquí y no voy a ceder. Mi pequeño robot está listo. Yo estoy preparado. Cuando ceda el resplandor... cuando ceda...