sábado, 30 de junio de 2012

Lapsus

Breve y eterna palabra
te escurriste,
pero no escapaste.




viernes, 29 de junio de 2012

Profundidad del olvido

Una vez supe, que caminé por un sendero desconocido luego de darme cuenta que me había perdido. Todo era igual al camino que ya creía conocer: la disposición de los árboles, pinos, sauces, eucaliptos y un ceibo avergonzado que destacaba entre tanto verde sin flor; la secuencia de pozos, cada uno con su forma y tamaño peculiar, uno grande y poco profundo, a unos diez pasos más otro pozo más pequeño y profundo, y más lejos uno que, cuando me acercaba, provocaba que me hundiera en el más profundo de los olvidos. Cuando quise regresar, todo estaba al revés. Raro. Uno, cuando se extravía, termina caminando en círculos; al menos, eso dicen los que saben.


domingo, 24 de junio de 2012

La salida oculta

"¿Por qué caemos en la trampa de escuchar esas canciones que nos devuelven a la melancolía sin retorno? Esa canción en particular que te deja desgajada como un dulce cítrico maduro en manos de náufragos sedientos."



Cantar, frente al delirio del encierro, escribir, leer. Si el muro que me rodea es el mismo de tantos años, que yo misma construí, no entiendo cómo he sido capaz de treparlo, caminar sobre su borde, que no es cornisa, que no tiene nombre y sin embargo vuelvo a regresar, y tantas veces, por el mismo lado. De pie, cuando estoy abajo, pienso en el equilibrio que siempre me devuelve al punto de partida. Cuando estoy abajo, de pie. Dédalo no me ayudará, ya caí demasiadas veces y voy a querer acercar nuevamente mis alas al sol. Por ahora, la luz es una marca de sombra inquieta sobre la pared, que baja por el oeste y sube por el este y, en medio, calcina en el cenit de la angustia al coronarme.
Me carcome la razón esa tortura de no quererme vieja, porque no veo futuro, y por eso me deslizo en la idea del sueño eterno. Permítanme esta licencia, porque a veces pensar en mi muerte alivia tanta espera.
Tengo algo en mis manos, las alas inútiles de tus pies que están en guerra, por tanta insistencia de la misma vida en detenernos en medio de algo y la nuestra en entender por qué nos detuvo en esta estación fantasma, con almas penando en trenes oxidados sobre circulares rieles secos. Y el muro. Si tan sólo descolgara enredaderas desde lo alto, brazos tan fuertes como para sacarnos a ambos, si de pronto viésemos la salida, en lugar de volver una y otra vez a esta estación, en medio del laberinto de impotencia.
Pero acá estamos, ya me duele el amor del encierro, del abrazo diferente al cielo del deseo, del beso compasivo, de esta angustia compartida de no saber si existe realmente la salida. Y escucho la música del dolor que se hunde en el corazón y el ruido del dolor que articula este momento; y canto y río para tapar la angustia y me muerdo los labios porque no es bueno hablar lágrimas que no ayudan.
En esta coyuntura esperamos, en la estación donde todo se ha detenido y el mundo allá afuera gira de una manera que ya desconocemos. Quiero que salgamos juntos, quiero ver la salida escondida a nuestra esperanza, hoy, quisiera que saliésemos hoy de acá. 

jueves, 21 de junio de 2012

Disparadores no disparatados



... Me pregunto cómo será "hablar entre comillas"
Carina Andrea Acosta, Biografía de Facebook, junio de 2012


Existen personas que no tiran ideas sino que las "disparan", y lo hacen de manera tan certera, que generan siempre alguna respuesta aunque no la pidan. En este caso, la autora de este disparador destacado arriba, se pregunta a sí misma y sin embargo, sutilmente, comparte su "duda" con los lectores. No soy partidaria de etiquetar, catalogar o encuadrar en géneros como casilleros estancos lo que leo pero, en este caso, serviría ubicar la duda expuesta en una especie de marco dentro del cual el maestro se sitúa en el lugar de la autopregunta para la cual, supuestamente, no sabemos si existe o no respuesta desde sí misma; sin embargo la respuesta, seguramente, antecedió a la pregunta para que pudiese ser formulada. Especulaciones o no, acierto o error, dio de lleno en el blanco -de mi hoja virtual también- para escribir una respuesta que requerirá, por supuesto, una revisión exhaustiva para ir completándola.

En principio, con los codos pegados al cuerpo, levantando las manos a la altura de los hombros y moviendo los dedos índice y mayor de ambas contrayendo las falanges en el momento justo de la enunciación, generando una combinación gestículo-oral cuyo marco visual indicaría sarcasmo o ironía, o bien manifestaría una cierta disconformidad con el sentido absoluto de la palabra que se encomille de manera gestual, pasando éste a ser relativo, enfatizando o minimizando también con el tono de la voz. Suele utilizarse también en citas textuales cuyo contenido sería de tono burlón o en sí mismo objeto de burla, aunque también podría expresar adhesión al contenido de manera positiva. Todo lo antedicho se logra completando el marco gestual con arqueo de cejas y algunos movimientos de los globos oculares, a saber: Para mostrar duda (frunciendo el entrecejo  levantando donde se produce el acercamiento de ambas cejas y los ojos sosteniendo la mirada del otro); admiración o asombro (arqueo amplio de cejas y ojos abiertos desmesuradamente sosteniendo la mirada del otro) y burla por énfasis peyorativo (ojos hacia arriba con la mirada hacia un costado, cejas estáticas).
Por el momento se me acabaron las elucubraciones, seguro pronto saldrá otra idea disparada como al aire,  para dar, como quien no quiere la cosa, en el blanco.

viernes, 15 de junio de 2012

Cuidado con qué pie te levantás

Podés escuchar a Serrat, Toca madera, antes de la lectura, como para entrar en clima.
Me levanté si fijarme cuál fue el pie que apoyé primero en el suelo, como siempre, porque nunca me fijo en esas cosas, pero esa noche se me dio por cambiar de lugar la cama así que es posible que me haya levantado con el pie izquierdo. La cosa es que me desperté temprano, día de semana, día de escuela, lo cotidiano, bah. Cuando la acompañé a mi hija que se iba a la escuela aproveché para sacar los residuos y ponerlos en el canasto que tenemos en común con algunos vecinos. Chau, chau, que tengas buen día y de pronto que piso una cosa pastosa en la vereda, olorosa, asquerosa. Sí eso, eso que dicen que trae suerte como cuando un pájaro te apunta maliciosamente sabiendo que no tenés papel para limpiarte el pelo y estás en pleno centro de la ciudad con todo el mundo observando ese manchón blanco en la cabeza. Pero bueno, volviendo al tema de ese día, como tenía las bolsas en las manos opté por dejarlas en el cesto, así que caminé esos metros rengueando para no seguir desparramando el asunto. Cuando abro la tapa estaba hasta el tope. ¿Dónde meto esto ahora, pensé?, bueno, buena suerte, por la esquina pasaba el camión recolector, por esa cuadra el camión no pasa desde que pusimos ese cesto de tejido con tapa para que los animales no rompan las bolsas y se desparramen los residuos; como decía, cuando vi pasar el camión, recordé los llamados de reclamo a la empresa y me dije, los llamo, los llamo, así que con las bolsas en las manos empecé a correr para alcanzar al camión, ustedes saben el ruido que hace ese artefacto, a las ocho y media de la mañana no hay mucha gente corriendo por la calle con bolsas llenas de basura y tampoco había gente en la calle porque estaba empezando a llover y hacía frío. ¡Señor!, corriendo, agitada, el camión me llevaba unos cien metros de ventaja, pero yo decidida a entregarles las bolsas y rogarles que pasaran por la cuadra de casa, seguí con la inconsciencia de que no me escuchaban. ¡Señor!, ¡Señor recolector!! Nada, che, el sistema parece ser efectivo y rápido porque desapareció de mi vista en pocos segundos. Con las bolsas en las manos, mojada, agitada, emprendí el regreso sin gloria a ver cómo iba a hacer entrar las bolsas en ese cubículo. Bueno, más o menos aplastándolas, sacando la idea del tetris, las acomodé sabiendo que eran las últimas en caber.
La zapatilla con caca, me acordé cuando percibí el olor característico, así que me crucé a la vereda con pastito y más o menos refregando logré quitar el grueso de los excrementos.
“Toca madera, toca madera, recuerda que pisar mierda trae buena suerte” dice la canción, me acordé de eso, pero seguramente era otra madera la que debí tocar, una que no tuviese patas, porque cuando volví a entrar, después de sacarme la zapatilla sucia para lavarla después, fui a la mesada de la cocina para lavarme las manos con detergente y el mueble se había despatarrado, torcido, doblado, los cajones desencajados como las puertitas; tantos días de humedad lo descolaron, deformaron el aglomerado, sumado a una pérdida de agua que fui a descubrir en ese momento y que había llenado el balde que solía guardar allí debajo. El peso del agua en el balde, hundió el piso del mueblecito con patas.
Bueno, me dije en ese momento, pisaste caca, es buena suerte, viene una buena ahora, una buena… Me ganó un optimismo cuasi estúpido diría porque hasta el momento el día no era muy favorable. Tardé tanto en solucionar el tema de la mesada, a los saltos porque tenía un pie descalzo, que no me di cuenta que un perro se había apropiado de la zapatilla que estaba en la entrada y se la estaba llevando… Ya estaba a unos cincuenta metros de distancia, lo empecé a correr, así como estaba, medio a los saltos, la media enchastrada y vuelvo a pisar el excremento de la vereda…
Conclusión: No creas en las supersticiones, pero me parece que levantarse con el pie izquierdo suele ser desfavorable.

lunes, 11 de junio de 2012

XX (equis, equis): Conquistando nuestro propio mundo

Cuando Alejandro Magno se dirigía a invadir al Imperio persa, tras cruzar el Helesponto,
pasó por Frigia, donde se enfrentó al reto de desatar el nudo gordiano, que según las tradiciones, quien consiguiera desatarlo podría conquistar Oriente. Solucionó el problema cortando el nudo con su espada y dijo: «tanto monta cortar como desatar» Efectivamente, Alejandro conquistó Oriente.
(Extractado de Wikipedia) 

Un simple desagüe tapado puede resultar en un desastre de grandes dimensiones. La pileta de la mesada rebalsaba y no se escurría el agua ni siquiera empujándola con la sopapa. “La culpa es del que hizo el desagüe”, me dijo el plomero que vino a arreglarlo. Y tenía razón. Fui corriendo a buscar uno de esos cables para destapar cañerías, contenta, solamente hubo que correr la mesada, desconectando las canillas, para dejar al descubierto el caño mínimo atragantado de pelos, grasa y restos de alimentos. Uno de los ayudantes introdujo la cinta y comenzó a empujarla, entraba y salía, entraba y salía, entró y no salió. Se trabó. “Hay un codo, seguro,” dijo y agregó, “hay que romper para ver dónde está.” Esa palabra estalló en mis tímpanos, los redujo a polvo, cerámicos rotos, pozos en todas partes, y la tremenda noticia de que el sitio del tapón no aparecía. Lo que sí se reveló fue una conexión anudada de codos –diminutos y en noventa grados, en total tres, a lo largo de sesenta centímetros de cañería-. Aguas terriblemente olorosas, nauseabundas, inundaron la casa, barro amasado con la tierra de la búsqueda y ese fluido infesto. Las cosas no se solucionaban. Algo que comenzó en la cocina se trasladó al pasillo y hasta el patio del vecino. “Pero si solamente necesito destapar la pileta”, dije tímidamente, sabiéndome ignorante en estos menesteres, “Por qué no probamos pasar la cinta desde este punto, y vemos si desagua”, me animé a sugerir. Me miraron casi sonrientes, y se volvieron a agachar sobre la cámara donde convergen los caños, mostrándome obligadamente sus verticales líneas divisorias de nalgas por sobre la cintura baja de sus pantalones, como dos grandes signos de admiración. Calcularon nuevamente las distancias entre rejillas, en patios, baño y uno de ellos me dijo con voz firme: “Hay que romper el piso del baño.” Me quedé estática, evaluando rápidamente la situación, calculando cuánto me iba a costar semejante destrucción –todo porque no había una sola cámara a la vista, una tapa en el suelo, una trampa de escenario-; imaginé cuánto costaría reconstruirlo todo, limpiar luego el desastre y solamente para ver si la obstrucción estaba ahí. ¿Habrá notado mi gesto horrorizado, mi palidez cuasi violácea? Podía sin dudas observar el estado calamitoso en el que yo estaba, sucia, ojerosa y despeinada; la casa, y mis nervios, igual que yo. Entonces fui a buscar una bolsa con soda cáustica, volví y ordené: “Vengan conmigo,” haciendo un ademán para que me sigan, como si fuese el Chapulín Colorado pidiendo que lo sigan los buenos, porque eran buena gente, la voluntad de destaparme la cañería la tenían –y no piensen mal, es literal- pero no había manera de desenredar el nudo gordiano, era el desafío para lograr que el líquido acumulado en los caños fluyese hacia su destino final en el pozo ciego. Bastante distinto destino el mío que el de conquistar Oriente, como Alejandro Magno que en vez de desatar el nudo lo cortó con su espada obteniendo óptimos resultados. Sin embargo, tomé las riendas del asunto y le hice poner un codo en el caño cortado para introducir la soda cáustica y echarle agua hirviendo; luego volvimos a la zona de desastre –el patio- para observar si salía. Expectantes, esperamos que funcionara la corrosión, dentro del desagüe se oía el crepitar del químico haciendo su tarea. Volvimos a pasar la cinta destapa cañerías y… Nada, no vimos salir agua por ningún lado. Volvimos a la cocina y una sonrisa se dibujó en mi rostro: el líquido que arrojamos fluía. El caño se había destapado. ¿Intuición?, tal vez; ¿necesidad de que nada más resultase destruido?, puede ser. Mi espada fue el químico. ¿Por dónde sale el agua de la pileta de la cocina? Nadie lo sabe. Los albañiles volvieron a tapar todo, con esa pregunta en la cabeza, y respondí: “¿Importa?” No, ya nada importa más que la gota de agua que cae de la conexión a la canilla que volvieron a armar, agua limpia, una goma que falta. Pero no les dije nada, lo voy a arreglar solita y conquistaré el mundo. Buena gente, de verdad, no quisieron cobrarme.


martes, 5 de junio de 2012

Si otros todo, si uno es nada


Si aire alrededor
si mi aliento
si el vino
si orino
si defeco
si la mugre
si es que no me alimento,
si estoy vivo
si estoy muerto
si mutilado de afecto
si horadado de tiempo
si necesidad.
Si sin miedo
si soy
si no soy
si lamento
si abandono
si me notas
si me ignoras
si molesto
si no existo.
Si una piedra en el camino
si en un río
si en tropiezo
si en caída
si en paraíso
si en ruinas
si no te importo
si asqueo.
Si intemperie
si chapas
si barro
si perros
si villero
si chorro
si ignorante
si mato
si me empujas
si me muestras
si no alcanzo
si no sé
si no valgo
si no muestro
si el no soy que soy
si no humano
si no mercancía
si no sirvo
si a un lado
si a un costado
si afuera
si otros todo
si uno es nada
si uno es poco.

sábado, 2 de junio de 2012

Semblanza axolotl.


Te sigo mirando fijamente
y finalmente
serás yo o seré tú
pero no lo sabremos
porque no habremos
traspasado el cristal.
Llevaré tu pensamiento
un relevamiento
quizás de tu mundo complejo
y tú sabrás
además
que es posible esta inocua
e inicua
  quietud.