Podés escuchar a Serrat, Toca madera, antes de la lectura, como para entrar en clima.
Me levanté si fijarme cuál fue el pie que apoyé primero en el suelo, como siempre, porque nunca me fijo en esas cosas, pero esa noche se me dio por cambiar de lugar la cama así que es posible que me haya levantado con el pie izquierdo. La cosa es que me desperté temprano, día de semana, día de escuela, lo cotidiano, bah. Cuando la acompañé a mi hija que se iba a la escuela aproveché para sacar los residuos y ponerlos en el canasto que tenemos en común con algunos vecinos. Chau, chau, que tengas buen día y de pronto que piso una cosa pastosa en la vereda, olorosa, asquerosa. Sí eso, eso que dicen que trae suerte como cuando un pájaro te apunta maliciosamente sabiendo que no tenés papel para limpiarte el pelo y estás en pleno centro de la ciudad con todo el mundo observando ese manchón blanco en la cabeza. Pero bueno, volviendo al tema de ese día, como tenía las bolsas en las manos opté por dejarlas en el cesto, así que caminé esos metros rengueando para no seguir desparramando el asunto. Cuando abro la tapa estaba hasta el tope. ¿Dónde meto esto ahora, pensé?, bueno, buena suerte, por la esquina pasaba el camión recolector, por esa cuadra el camión no pasa desde que pusimos ese cesto de tejido con tapa para que los animales no rompan las bolsas y se desparramen los residuos; como decía, cuando vi pasar el camión, recordé los llamados de reclamo a la empresa y me dije, los llamo, los llamo, así que con las bolsas en las manos empecé a correr para alcanzar al camión, ustedes saben el ruido que hace ese artefacto, a las ocho y media de la mañana no hay mucha gente corriendo por la calle con bolsas llenas de basura y tampoco había gente en la calle porque estaba empezando a llover y hacía frío. ¡Señor!, corriendo, agitada, el camión me llevaba unos cien metros de ventaja, pero yo decidida a entregarles las bolsas y rogarles que pasaran por la cuadra de casa, seguí con la inconsciencia de que no me escuchaban. ¡Señor!, ¡Señor recolector!! Nada, che, el sistema parece ser efectivo y rápido porque desapareció de mi vista en pocos segundos. Con las bolsas en las manos, mojada, agitada, emprendí el regreso sin gloria a ver cómo iba a hacer entrar las bolsas en ese cubículo. Bueno, más o menos aplastándolas, sacando la idea del tetris, las acomodé sabiendo que eran las últimas en caber.
Me levanté si fijarme cuál fue el pie que apoyé primero en el suelo, como siempre, porque nunca me fijo en esas cosas, pero esa noche se me dio por cambiar de lugar la cama así que es posible que me haya levantado con el pie izquierdo. La cosa es que me desperté temprano, día de semana, día de escuela, lo cotidiano, bah. Cuando la acompañé a mi hija que se iba a la escuela aproveché para sacar los residuos y ponerlos en el canasto que tenemos en común con algunos vecinos. Chau, chau, que tengas buen día y de pronto que piso una cosa pastosa en la vereda, olorosa, asquerosa. Sí eso, eso que dicen que trae suerte como cuando un pájaro te apunta maliciosamente sabiendo que no tenés papel para limpiarte el pelo y estás en pleno centro de la ciudad con todo el mundo observando ese manchón blanco en la cabeza. Pero bueno, volviendo al tema de ese día, como tenía las bolsas en las manos opté por dejarlas en el cesto, así que caminé esos metros rengueando para no seguir desparramando el asunto. Cuando abro la tapa estaba hasta el tope. ¿Dónde meto esto ahora, pensé?, bueno, buena suerte, por la esquina pasaba el camión recolector, por esa cuadra el camión no pasa desde que pusimos ese cesto de tejido con tapa para que los animales no rompan las bolsas y se desparramen los residuos; como decía, cuando vi pasar el camión, recordé los llamados de reclamo a la empresa y me dije, los llamo, los llamo, así que con las bolsas en las manos empecé a correr para alcanzar al camión, ustedes saben el ruido que hace ese artefacto, a las ocho y media de la mañana no hay mucha gente corriendo por la calle con bolsas llenas de basura y tampoco había gente en la calle porque estaba empezando a llover y hacía frío. ¡Señor!, corriendo, agitada, el camión me llevaba unos cien metros de ventaja, pero yo decidida a entregarles las bolsas y rogarles que pasaran por la cuadra de casa, seguí con la inconsciencia de que no me escuchaban. ¡Señor!, ¡Señor recolector!! Nada, che, el sistema parece ser efectivo y rápido porque desapareció de mi vista en pocos segundos. Con las bolsas en las manos, mojada, agitada, emprendí el regreso sin gloria a ver cómo iba a hacer entrar las bolsas en ese cubículo. Bueno, más o menos aplastándolas, sacando la idea del tetris, las acomodé sabiendo que eran las últimas en caber.
La zapatilla con caca, me acordé cuando percibí el olor característico, así que me crucé a la vereda con pastito y más o menos refregando logré quitar el grueso de los excrementos.
“Toca madera, toca madera, recuerda que pisar mierda trae buena suerte” dice la canción, me acordé de eso, pero seguramente era otra madera la que debí tocar, una que no tuviese patas, porque cuando volví a entrar, después de sacarme la zapatilla sucia para lavarla después, fui a la mesada de la cocina para lavarme las manos con detergente y el mueble se había despatarrado, torcido, doblado, los cajones desencajados como las puertitas; tantos días de humedad lo descolaron, deformaron el aglomerado, sumado a una pérdida de agua que fui a descubrir en ese momento y que había llenado el balde que solía guardar allí debajo. El peso del agua en el balde, hundió el piso del mueblecito con patas.
Bueno, me dije en ese momento, pisaste caca, es buena suerte, viene una buena ahora, una buena… Me ganó un optimismo cuasi estúpido diría porque hasta el momento el día no era muy favorable. Tardé tanto en solucionar el tema de la mesada, a los saltos porque tenía un pie descalzo, que no me di cuenta que un perro se había apropiado de la zapatilla que estaba en la entrada y se la estaba llevando… Ya estaba a unos cincuenta metros de distancia, lo empecé a correr, así como estaba, medio a los saltos, la media enchastrada y vuelvo a pisar el excremento de la vereda…
Conclusión: No creas en las supersticiones, pero me parece que levantarse con el pie izquierdo suele ser desfavorable.