martes, 9 de noviembre de 2010

Breve informe sobre el entendimiento. Por Próspero Grullo.

A ver, a veraver, ejjjemmm. Nada y todo nos indica que la cuestión del entendimiento, por más que le demos vueltas se queda en el mismo sitio para algunos. ¿Y de qué depende eso? Ya respondo. Depende, pues, del interés del uno por entender al otro y viceversa, del interés del otro por conocer al uno. Y hablando de los hunos, con hache, ellos se entendían en su lengua altaica y con los demás a las patadas y rompiendo cuellos y así... No hay manera, no hay manera porque el entendimiento sobrevenía a fuerza de soga al cogote, por así decirlo, y el otro se moría irremediablemente dejando a todos sin saber con certeza si había entendido o no.
Otra cuestión que tiene que ver con el entendimiento la encontramos en los rituales de los achicadores de cabeza, para que se entienda mejor, ya que se trata de eso precisamente, los reductores de cabezas. Según mis propias investigaciones estos seres salvajes, en estado de incivilización, creían que si le achicaban la cabeza al otro, absorberían lo que les querían dar a entender. Algunos aborígenes dicen haber entendido los gestos agradecidos de los otros cuando el cuchillo se acercaba a su cuello, igual a los de ellos cuando las mujeres les ofrecían los alimentos; y así le daban para adelante con el ritual. Pero tampoco se sabe si funcionó porque no quedaba vivo el interesado en hacerse entender como para poder debatir alguna cosa y yo no quise arriesgarme a explicarles nada.
Hoy en día, y luego de muchos años de experiencias de campo, puedo decir que en nuestra civilización encontramos ambas de las metodologías aplicadas por los hunos y por los achicadores de cabeza: Si no entienden vean televisión.
Así que mi conclusión, por hoy y para terminar, por el momento es que cuando dos personas no se entienden, no se entienden; mucho menos si son muchos al mismo tiempo.