miércoles, 21 de noviembre de 2012

Desfiguración de una normalidad.

Todo quedó quieto, silencioso y, sin embargo, amenazante. Lo que sí se movió es el mercurio del termómetro, que bajó en la escala. Empiezo a sentir frío. Si miro al cielo no hay una sola nube, no pasa un ave, un avión, nada; veo todo ese azul celeste y acá, más cerca, una transparencia inusual. No hay polvillo, ni polen, ni pelusas flotando siquiera. Las sombras no se han marcado desde hace horas, o eso me parece. 
Ahora, como un evento largamente anunciado, aparece esa bola de fuego que se cruza de norte a sur y estremece mi conciencia de las sombras normales. Todo aquello en lo que creía se ha desfigurado. Y lo peor, no ha durado nada.