viernes, 30 de noviembre de 2012

Silbatuga


-La maté, sí señor juez, pero no fue mi culpa; tampoco la de ella. Hago responsable de esta pérdida al inescrupuloso comerciante, mercachifle de cuarta, farsante de feria trucha; ese señor que está sentado ahí, mirando desde el público como si esto le fuese ajeno.
-¡No ha lugar!
-¿No? Claro, –susurré- debe estar arreglado con Capone.
-Dígalo en voz alta al jurado, no masculle.
-Que debería estar regulado cuando uno pone toda la ilusión al comprar un objeto, porque así me lo vendieron, como un ob-je-to lo que, en realidad, era un pobre animalito exótico y último en su especie.
-Se refiere a la silbatuga.
-Sí, señor juez, me refiero a la silbatuga. Si hubiese sabido que era un animalito jamás lo hubiese comprado y es más, lo habría denunciado. Pero me di cuenta demasiado tarde. Parecía una lámpara con forma de tortuga, y con su cabecita y sus patitas emplumadas, eran tan coloridos su caparazón y sus plumas, era tan luminosa cuando emitía esos adorables silbidos de ruiseñor japonés. Sí, se encendía cuando silbaba, e iluminaba suavemente toda la habitación. Me arrullaba con su canto de pájaro y yo soñaba con vuelos astrales, atravesando paisajes maravillosos. El primer día fue un solaz para mi descanso. Gorgeó con el mejor de sus trinos y se silenció al cabo de unos minutos de mi sueño. La segunda noche su canto fue más alto y un tanto más agudo, aún así, encantador e hipnótico. Pero cada noche se hizo más intenso y prolongado, señor juez, tanto que hasta los vecinos me pedían que apagase aquel aparato; porque usted sabe, le he dicho, que no sabía que era un animal. Creí que su desplazamiento se debía a las vibraciones del sonido, era así de lenta para moverse, tenía que ponerla cada mañana otra vez en su lugar porque la encontraba tirada en el piso, patas para arriba. No encontraba manera de silenciarla, no tenía interruptor, ni cables; solamente un agujero por donde supuse llevaba la batería.
Si hubiese sabido que gritaba porque estaba hambrienta, le hubiese dado de comer, porque no soy tan inhumano. Señor juez, yo solamente quise sacarle la batería.