viernes, 22 de noviembre de 2013

A dónde se fueron

Pienso -a veces sería bueno no pensar tanto, tan adentro, no sé si profundo: adentro- que, tengo tanta gente por esta zona a la que le debo tanto: tanta compañía, tanta ayuda, tantas risas, tanto conocimiento, tanto arte, tanto mano a mano, tanta emoción. Y pienso que, en esta forma de conectarse, el encierro en uno mismo puede derivar en distintos modos de percibir una ausencia. He visto grandes alegrías y enormísimas tristezas compartidas y no he comentado nada; las sentí mucho, muchísimo. Pero no pude entregar palabras para todo eso. Por el momento, se me fueron muchas palabras. Las estoy buscando. Me pregunto, como Silvio Rodriguez se pregunta ¿a dónde van? Me pregunto también si actuar como uno siente está mal, y sólo me respondo que, si hace daño es porque tenemos distintos modos de actuar, de accionar, de reaccionar. Ante el silencio o la ausencia uno percibe que el silente ignora o no reacciona. A veces un silente no se comunica porque, encerrado en emociones que lo trascienden -sin que sean fatalidades, no es necesario que lo sean- está buscando un equilibrio, un balance, una llanura necesaria, unas palabras que andan huyendo y todavía no sabe a dónde se fueron.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Quilmes

No dar a conocer un texto nuevo es algo que hasta ahora no había vuelto a experimentar desde que era adolescente, cuando el diario no se lo leía ni se lo dejaba leer a nadie: a nadie. Ahora ando un poco en eso. Un poco. Lo cuelgo acá porque sería extraño recibir visitas interesadas en lo que escribo. Podrán entrar accidentalmente buscando otra cosa relacionada o no. Y bue. Como creo en la sincronicidad de los hechos, algún sincrónico hurgará por estos rincones aburridos y tontos, o tal vez alguien descubra el interlineado que tanto dice. Dice de vos. Porque dicen que quien lee como producto de una búsqueda azarosa tal vez encuentre esas palabras que lo identifican o que necesitaba leer en el preciso momento del encuentro -que no lo da Quilmes-.

sábado, 19 de octubre de 2013

Translúcida

Me gusta ser un fantasma -algún día todos lo somos (sí somos, no seremos: somos)-. Hoy me gusta ser un fantasma vivo, translúcido. Paso por entre la gente y los observo y conservo algunas imágenes que me recuerden quien fui. Siempre fui. Siempre cambio. Algunas cosas cambio. Priorizo tal vez, por si alguno se pregunta por qué. Todos priorizamos y no necesariamente en la urgencia. Aunque el límite ya lo sabemos: el tiempo es un tirano, sin dudas. El cuerpo también. Y la mente.

sábado, 31 de agosto de 2013

Poesalabra

Usamos las palabras como la silueta que se dibuja a lápiz, en una pared, siguiendo el borde de la sombra proyectada de cualquier cuerpo. La palabra siempre es ausencia. Con la palabra se aproxima el tiempo y la distancia. Con la palabra acarreamos.
La poesía abre el contacto directo con lo que se observa, no es la silueta remarcada de una sombra: es el lápiz, es la pared, es el cuerpo y la misma sombra.
Con la poesía todo está ahí, dicho y no dicho, como en un sueño o en un lapsus; como la música, como un Aleph.

sábado, 27 de julio de 2013

Huellas

Salgo a la calle y me miro los pies. Temo haber salido descalza. A veces no sé si de verdad estoy despierta.

domingo, 21 de julio de 2013

Enajenados en Los Reartes

El invierno se destiñe en mis ojos cotidianos
pero ajena a la encomienda diaria y mezquina
me reencuentro con la fría policromía de la latencia,
del presuroso cauce que Heráclito envidiaría,
de los gigantes de apariencia estanca que ignoran a los horizontes llanos
-telón de fondo que se descuelga del cielo-
y abajo,
de los antiguos que antes los acompañaron y por despeñados siglos yacen
como rígidos miembros arrancados de los cuerpos vigilantes,
custodios del seseante curso interrumpido
por antiguas cumbres que el agua acaricia, golpea, esconde y revela.
Los destellos son de sol y de agua, de mica
de roca dispersa por vientos milenarios que arrastran y depositan; arena y polvo.

Me obligo a bajar los ojos al sendero,
quién sabe cuántos han pisado sobre otras huellas
hoy confundo estas imprimiendo las mías -palimpsesto de caminatas y embelesos-
ofende a la belleza mirar mis pasos tan humanos
porque la maravilla se queda en los resplandores de la corriente
que circula ajena a mi presencia
que hace su música con aleteos de patos y garzas que emprenden el vuelo y regresan,
que ríe con los perros que a los saltos ahuyentan a los emplumados e irrenunciables pescadores
que habla con la verdad de los frutos, hojas secas y semillas agitados en la espera
que aguarda a la primavera con trinos, chillidos y silbidos casi desnudos de cobijo verde.

Y la maravilla fue recuperar el aire y su aroma porque lo respiramos juntos,
fue entibiarnos hasta que las nubes platearon las latencias,
fue dejar cuatro huellas más, de ida y vuelta.
Recobramos los colores del canto que persiste en el paisaje y sus moradores
respetuosos del rocoso y acuático susurro, del silencio, de la noche que enciende a los astros.
Y es entonces cuando el brillo vuelve al cielo y a nuestros ojos cotidianos tan ajenos

enajenados en Los Reartes.


Los Reartes, julio del 2013

domingo, 14 de julio de 2013

Otra vez la luna

Otra vez el cielo tendió su sonrisa nocturna. La colgó como una hamaca, propicia a desvelos y desvaríos, en su balcón infinito. Tal vez sean mis sueños los que obligan su huida cuando creo que voy tras ella, o tal vez sea yo la que huyo de mis sueños, menguando esperas tras esa eterna fugitiva, millonaria de tiempo y distancia.
Y el cielo la ostenta; blanca, menguante y nómade en la esfera que percibo tan oscura.

viernes, 12 de julio de 2013

Demolición

Si del nombre del espacio inhabitado
se desprende el tuyo y cae como en gajos
no condenes al olvido y al fracaso
ese trozo de universo en el ocaso.

El silencio es de concretas ruinas torvas
los escombros ya gritaron su pasado.

sábado, 29 de junio de 2013

Sometimiento

Había cosas de las que no se podía hablar
se hablaba de cosas que no podía haber
había cosas que no se podían hacer.
Se hacen cosas que no se pueden tener
se tienen cosas que no hacía falta hacer.

domingo, 2 de junio de 2013

Café cortado casero con gracia

Cuando prepara un cortado casero, no es necesario que revuelva la leche en el café a menos que sea leche en polvo. Es más. No revuelva la leche líquida en el café porque le quitará la gracia del contraste en sus circunvoluciones espontáneas. Sostenga la cuchara, impida que se acerque. Por eso es aconsejable que si usa azúcar, la disuelva antes de echar el fluido blanco a la taza. Corte el café con gracia, la leche no es un arma blanca aunque corta; y, a su vez, tiene la ineptitud de cortarse.

jueves, 30 de mayo de 2013

Liliput

El molinete de la entrada está torcido, agrietado, ya no gira. Lo recordaba más grande. Ya no podría subirme en él para jugar sentada en una de sus palas de madera como si fuese una calesita. Pero ahí estaba, quieto sobreviviente en Liliput. Ahora sé que todo era gigante cuando era una pequeña liliputiense en la isla de mi infancia. El tiempo acarrea con los recuerdos, los arranca como se arranca la hoja de un borrador escrito en un papel viejo. Era la espera feliz, giraba en ese molinete mientras esperaba que mi padre llegara del trabajo. Lo veía venir en su bicicleta inglesa y la gloria era correr a su encuentro, desempolvar un tramo del camino de tierra a todo lo que daban mis piernas –hoy sé que no era tan largo el trayecto, ni tan enorme la bicicleta, ni tan alto mi padre- y él me subía a la rodilla para que el pedaleo me devolviera a casa en un sube y baja. Y yo reía, siempre con la brisa dándome en la cara; subida a mi calesita o en el regazo de papá.

Volver después de treinta años a Liliput me derrumbó. Soy un gigante que no puede moverse entre tantos recuerdos concretos y ajados sin que alguno se rompa.

jueves, 23 de mayo de 2013

Tensión

Hay días que son tensos. Tensos como las cuerdas de un piano que para que suenen hay que golpearlas y para que lo que suene sea música hay que saber dónde y cómo golpear. Pero también hay que tener la emoción dispuesta. Hoy fue un día tenso como la banda de una gomera.

sábado, 18 de mayo de 2013

Saberes o sabores

Sabía que ella se sentaba en la cama a la noche con un libro en la falda y los ojos en otra parte; una bolsa de papas saladas a un costado, una servilleta y el mate. El libro era una excusa para evadirse de todo el día y muchas noches sin sentirse culpable por no hacer nada más que masticar algo. Pasaba las páginas como podría comerse las uñas. Por momentos miraba una página con aparente atención y sabía que nada de lo que estuviese ahí escrito iba a llegar más allá de la posibilidad de una imagen borrosa.

Porque el ruido cada día se hacía más intenso. Desde la caverna húmeda y tibia, entre los dientes y las muelas, se expandía el crepitar desacompasado de las papas crocantes hacia la semipenumbra, cuya luz se concentraba sobre el libro casi olvidado. Lo había escrito ella.

Ahora, por su mente pasaban los distintos sabores y sonidos de la comida chatarra. Ella sabía que estaba en la fosa, todavía tenía la pala con tierra en la mano y el paupérrimo arsenal con que había liquidado su cerebro. Ya no tenía más herramientas que esas. Ese libro era una porción de tiempo, un desgaste de letras –grafemas sin semántica-: una porquería, un chiquero literario y muchas papas fritas que le saben a otra cosa.

lunes, 6 de mayo de 2013

Pasado pisoteado

Me veo en esa foto que me tomaron hace diez años y sin embargo tenía veinte años más.

viernes, 3 de mayo de 2013

Íntima refutadora

-Si tuviese que elegir entre vivir o morir, elegiría una fecha definitiva. Morir es como dejarse llevar por la pesadez del sueño y tener cerca y a disposición una cama tendida y perfumada. Morir es una siesta después del último orgasmo pregonero del éxtasis. Y lo creo porque creo en mis sueños. Ya morí en dos accidentes de tránsito y de un balazo en la cabeza. Lo único que tuve que hacer fue cerrar los ojos y disfrutarlo.
-¡Cómo hablas al pedo!
-¿Por qué me decís eso?
-Porque si estuvieses en una situación real no sé si dirías lo mismo. Estoy segura de que te agarrarías a la vida a costa de lo que sea.
-A costa. Tengo que leer a un par de amigos.
-¿Y yo quién soy?
-¿Vos? Vos sos la refutadora de sueños.

viernes, 26 de abril de 2013

Placebus



Un fama espera en la puerta del ascensor y observa el cartel que dice: Prioridad embarazadas, coches con bebés, niños pequeños, discapacitados y ancianos. Se queda esperando y piensa que no hay ni embarazadas, ni gente con bebés en sus cochecitos ni discapacitados, ni ancianos que quieran subir.
Un cronopio llega, se detiene frente al ascensor, lee el cartel y observa alrededor. Encuentra la escalera y sube cada escalón siguiendo las instrucciones de Cortázar mientras recita un poema de Oliverio Girondo.

viernes, 12 de abril de 2013

Formalidades


Después del papelón que pasé en la reunión de ex alumnos del año pasado, lo presento así como suena, simple y limpiamente Luis.
¿Cómo dar un nombre diferente al estado civil que la jurisprudencia bautizó con un cacofónico concubinato y luego -más amable y técnicamente- unión de hecho, para registrar que somos muchos más que dos los que hemos decidido cohabitar y amancebarnos bajo el mismo techo, considerándolo hogar, sin tener papeles que avalen la convivencia? Pregunta larga, como largas fueron mis cavilaciones sobre el mejor modo de definir mi estado civil o sentimental, sin que sonara a discurso de leguleyo, mientras nos dirigíamos en auto al salón de fiestas.
Pensaba en que no me gusta presentarlo como pareja, aunque suelo hacerlo; porque es un vocablo con varias acepciones que no dan cuenta de los sentimientos. Es ambigua, no define con precisión la relación.  Pensaba en marido, como para cerrar el caso omitiendo la falta de papeles. Pensaba en conviviente, pero también la rechazo por sonoridad, extensión y porque no es explícita en cuanto a la relación sexual que nos une. Pensaba en compañero, pero sonaba muy de militancia.
Por un momento lo envidié, a él, que manejaba ajeno a mis reflexiones y dudas. Si él me presentara como su mujer, no quedaría mal, es aceptable de alguna manera por convención,  costumbre y machismo solapado ya que con papeles sería efectivamente su mujer; y porque de hecho soy mujer, nada por ahora indica que este estado cambiará. Pero yo, de ninguna manera le diría mi hombre; suena a sujetada, me deja como si fuera su adoradora, lo eleva a una estatura de macho potente y envidiable ejemplar único, el elegido, EL hombre; de hecho él tampoco por el momento cambiará de estado. Parece que nombrarlo así tiene un peso adicional exagerado.
Seguíamos en el trayecto y yo continuaba perseguida por la idea de ser original. No decir mi concubino como si no me importara lo antiestético de esa palabra, ni mi esposo, ni mi pareja, ni mi conviviente, ni mi unido de hecho, ni mancebo que en femenino es concubina –con la inferioridad de estatus respecto de esposa- y en masculino es muchacho u hombre soltero –lo cual no faltaría a la verdad-. Ya comenzaba a enojarme conmigo misma y con mi idioma que no tenía o al menos no se usa una palabra que sí existe en otros idiomas con todo su significado. Pero acá no.
En todo caso, lo que sucede es que me importa que se sepa la relación que tenemos. Tuve la idea de esperar a que alguien más me presentara primero a su relación, su acompañante. Y en eso, llegamos.
Desde la puerta eché un vistazo general: nadie, ninguno fue acompañado. Entendí mal la invitación. Me enojé más todavía por ser tan despistada. Empecé a tartamudear, trataba de explicarle la confusión a Luis pero entendió la situación de inmediato. Me di cuenta de que no me había preocupado por si me veía más vieja que las demás. No sabía si había siliconas, lipoaspiraciones, cirugías de rostro o tratamientos ortomoleculares; porque yo, nada de eso, apenas me tiño el pelo. Estábamos en la entrada del salón y se acercó uno de mis ex compañeros de escuela. Quise presentarlos, pero estaba tildada.
Mi ex compañero me reconoció de inmediato, hacía veinte años que no nos veíamos. Me saludó efusivo, le devolví el saludo y me quedé mirándolos sin poder hablar. Ellos se dieron la mano y se presentaron:
-Adrián.
-Luis.
Así de simple.

lunes, 11 de marzo de 2013

Me echo de menos

Todo este tiempo estuve actuando de manera impuesta. Lo que escribo lo tengo que esconder. Si quiero concursar lo tengo que ocultar. Así son las reglas. Hay reglas y criterios para casi todo; incluso aquellos que propugnan las no reglas o la ruptura de paradigmas, a la hora de juzgar tienen sus reglas. Eso es raro. No publico mucho en estos días. Me siento extraña porque me echo de menos.