miércoles, 29 de diciembre de 2010

No mendigo amor.

Ven, digo,
y no mendigo
de tu amor.
Con los pies descalzos vas
y sin saberlo.
Ven, digo,
y no te obligo.

martes, 28 de diciembre de 2010

Convergencia

Susurro de viento errante
hoy, tal vez ayer;
mi interior de sol en el ocaso
tiene esa memoria
que no te deja escapar.

Si las hojas viajan por el aire
las simientes buscan realizarse;
las génesis saben
de esta hiel o miel de soledad.

Susurro de viento errante
que liberas tu fuerza
sólida, sin materia,
de verdadera existencia etérea,
tal vez regreses
o tal vez te olvides.

Susurro de viento errante
te llevas todo
lo que permanecerá.

Mi primera nota virtual. Epaminondas Chazarreta

Martes, 28 de diciembre de 2010

Bueno, creo que tardaré demasiado en acostumbrarme al teclado. Soy un tipo de servilleta y papeles sueltos, y también de mesas con polvillo. De vez en cuando dejo algo anotado en algún bar perdido por ahí, son esas cosas que me salen escribir cuando me vienen esas ganas de decir algo que no puedo hablar. Algunos ya me están diciendo que es una pena dejar lo que escribo por ahí, pero sé que hay alguien que los va juntando. Caramba, qué diferente es esto de apretar un cuadradito de plástico, porque siempre fui del manuscrito. Qué se yo. Tocar el papel, olerlo, aunque cuando es el papel que envuelve el sánguche de milanesa se complica buscar un rincón que no esté transparente. Pero me gusta olerlo. Qué asqueroso. Debe ser por eso que siempre ando solo. Solo sin acento

domingo, 26 de diciembre de 2010

San Telmo I

Para leer este texto, abrir el siguiente enlace en una pestaña nueva y ¡a disfrutar! San Telmo. Leopoldo Federico - Roberto Grela

   El Mercado

Me atrevo a decir que el Mercado de San Telmo tiene ese no sé qué, como las callecitas de Buenos Aires. Penetrar por su puerta es dar un paso hacia una suerte de túnel del tiempo especial, que en vez de presentarse con una espiral en blanco y negro se presenta con una envoltura de visiones y aromas particulares, donde los anticuarios flanquean las primeras y últimas miradas, con toda suerte de objetos viejos que disparan recuerdos y curiosidad. Ropa vieja, pelucas, lentes, autitos de colección, muñecas; lámparas y rejas de hierro de algún balcón que ya no existe. Revistas, libros, muebles, esculturas, pinturas; todo, todo está allí reunido esperando para contar su historia. Pero además, los puestos de frutas y verduras, embutidos, flores y comidas se unen en una sola y extraña sensación aromática de sitio desconocido, no es posible definirla sin caer en confusiones, porque los aromas de antaño se mezclan con olores del presente; en un puesto, se venden salames, longanizas y chorizos y en frente, las pretenciones románticas de las flores solamente se destacan por sus colores. En el centro del pasaje, una barra donde se ofrece comida rápida criolla y cerca, ropa, mucha ropa colgada como fantasmas al acecho; todo debajo de una estructura de hierro, maderas y vidrios, a través de la cual la luz pugna por entrar dando un aspecto de fotografía en escala de grises a todo el lugar.

http://www.panoramio.com/

Mientras miraba hacia arriba admirando la enorme claraboya
un guapo se me acercó, con su "funyi" calado de "coté". Primero me "junó de rabo" y después me "embrocó". En seguida lo "juné" como "engrupido", aunque era un "fifí". Se "daba gran "dique" con su "apronte" y ahí no más, el "cusifai" me dijo:
-¡Qué "budín" pa' festejar las fiestas en mi "bulín"!
Lo miré desde los "tamangos" hasta el "lengue" y cuando llegué a la "jeta" le escupí -Mirá, "logi", yo no soy "paica" de "farra" ni "budín" pa' tu "busarda", "rajá" de acá porque venís de "pamela".
Dándose la media vuelta, el "galleteao", se esfumó entre la penumbra de un puesto  de "pilchas" viejas. Creo que era uno de esos fantasmas que uno suele encontrarse en estos recorridos porteños.


Sitio recomendado











miércoles, 22 de diciembre de 2010

La lengua es de todos

Estuve paseando por internet y me encontré con fervientes defensores de "dejen la lengua como está", "para qué me maté estudiando las normas ortográficas si ahora las cambian" o "esto es el acabose". En respuesta a la cátedra de filología que viene dando y dando una señorita, mientras hace su descanso entre la aguja ganchillo y el bordado y luego de dar vuelta de cabeza una vez más su estampita de San Antonio, me vi obligado a dejar un comentario que copio más abajo.
Según el diccionario de la Real Academia Española, "la Filología es la ciencia que estudia una cultura tal como se manifiesta en su lengua y en su literatura, principalmente a través de los textos escritos"; he aquí lo importante: "la cultura se manifiesta en su lengua y en su literatura", no al revés. Entonces escribí: 

"Es bueno que la lengua se acerque a las personas y no que permanezca elevada en las esferas de lo inalcanzable solamente para el deleite de unos pocos privilegiados."
"La lengua ... es un bien común, un derecho de todos. Estúdiala, eso es bueno, pero hacerla accesible no implica su decadencia, implica que cada vez más personas acceden al universo discursivo sin temores, sin miedo a ser llamados ignorantes."

Todavía no sé qué va a contestar, tal vez termine de tejer su centro de mesa antes, dará su última puntada a la rosa rococó del mantelito que regalará para las fiestas y ponga de cabeza la estatuilla de San Antonio. Por lo pronto, que deje de poner de cabeza el orden de las cosas: La cultura se manifiesta en su lengua, no es la lengua la que se manifiesta en su cultura.


Randall
 Tengo algo más para decirle después de leer cuando ella escriba, que seguro lo va a hacer y largo y tendido; es que el apropiarse de la lengua de todos arrogándose el derecho de dejarla inmóvil, es apropiarse de la libertad de cada cultura de tener vida propia manifestada en su lengua. No se trata de degradar la lengua, se trata de evolucionar, como lo ha hecho hasta ahora.

Pero los dinosaurios existen, me doy cuenta. Me fui y volví y siguen existiendo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Sorprendida "in fraganti"

El link al tema 'I shot the sheriff', abrilo en ventana aparte, para leer mientras escuchás.


El sitio estaba concurrido anoche, el reggae nos sedaba y las luces amarillas daban una impronta oriental a los rostros de los comensales. El bar nos deleitó con una de sus especialidades en pizza de rúcula y ajo de la cual dimos buena cuenta, y al terminar de comer, mi acompañante solicitó la adición y yo, pedí un sobre de azúcar. Me puse un poco nerviosa, sabía que lo que hacía no se encuadra dentro de la legalidad, pero tenía ganas de saber qué podía pasar si lo hacía allí, tan abiertamente, ante tanta gente. Ese bar no lo elegí al azar, sabía que allí no tendrían problemas en satisfacer mi pedido, es vox populi que en ese lugar se pueden pedir tranquilamente sobrecitos de azúcar y yo, siempre del lado de la legalidad, estaba segura de que me perdía de algo interesante si no lo hacía.

La camarera, sin siquiera inmutarse, con una gran sonrisa y una predisposición tal como si le hubiese pedido una gaseosa más, me dijo que en seguida lo traía. Creo que la atenta señorita hubiese puesto cara de asombro si le hubiese pedido otra pizza, despúes de comer semejante manjar en abundancia. Mi compañero me miró extrañado, él no sabía de mis intenciones y se sintió un poco incómodo, pero se sonrió. La camarera volvió con la cuenta y con mi pedido, que entregó envuelto en una servilleta de papel. Lo tomé, como quien toma entre sus manos una papa caliente, pero no hice caso a mi sensación.

Estábamos sentados al aire libre, podíamos fumar sin problemas también, así que encendí mi cigarrillo, y comencé a abrir el paquetito. Inmediatamente la expresión de mi amigo cambió, se le desdibujó la sonrisa cómplice; observé que miraba por sobre mi cabeza y después clavó su mirada, muy abiertos los párpados, en mis ojos. Me di cuenta de que algo sucedía detrás de mi y no podía decirmelo. Me paralicé, sentí cómo la sangre se me subía irremediablemente al rostro, sin que pudiese evitarlo, sentí que un calor inusual me hacía transpirar hasta mojar mi remera. De fondo, Bob Marley cantaba 'I shot the sheriff but I didn't shoot no deputy, oh no! Oh!', es decir, 'Yo le disparé al sheriff pero no al ayudante'
Pocas veces me he sonrojado de esta manera, es más, creo que nunca me había sucedido ya que esta situacíón es la primera vez que la vivo. Pero ha sido mi culpa, de eso no me caben dudas. Me hirvió la cara, me temblaron las manos después de la parálisis y no supe qué hacer. Muchas veces me he preguntado qué se sentirá salirse de las normas, hacer algo inusual, pero la idea era salir impune de ello. La vergüenza me puede, el miedo también y, en ese momento, la incertidumbre se me agolpó ahora en toda la cabeza porque la sangre que me coloreó la cara también me hizo latir el cerebro. No pude haber sido más idiota, debería haberme mostrado segura, sin temores. En ese momento en lo único que pensé era en escapar de allí a toda velocidad, ya me había olvidado del cigarrillo que tenía entre los dedos y que seguía sosteniendo sin fumarlo.

Con el sobre y mi cigarrillo me levanté rápido y, dejando todo lo demás, mi cartera, mi móvil, mi abrigo de verano, ya huía precipitadamente pero una mano sobre mi hombro me retuvo. Me volvió a sentar. Yo no lo veía, pero estaba segura de que era un hombre, con una mano enorme, fuerte y firme. Y ahí su voz.

-Quédese donde está.

Clara, potente, masculina; un timbre extraño con dejo aguardentoso y atabacado, con la cadencia propia de un hablar con autoridad y firmeza.

-Mire, señor, yo...- Me animé a murmurar como pude.

La mujer policía, se me reveló al ponerse frente a mí. Creo que ahí el color de mi cara se fue tornasolando, una, porque pasó del rojo al morado y otra, porque las gotas de sudor reflejaban el neón de los carteles callejeros. No me lo esperaba. Que el suelo se abra y me cubra con gusanos y tierra fértil para que me degrade más rápido, fue lo que pensé.

-Usted acaba de solicitar a la camarera un sobre de azúcar. Usted sabe que no está permitido por las leyes de Granadero Baigorria, dentro de esta localidad usted no puede solicitar azúcar sin tener en su poder la certificación médica que la habilite a hacerlo. Le voy a pedir que presente su documentación.

La voz cascada y los gestos de la mujer, tan masculinos, me intimidaron, me atemorizaron, más aún sabiendo que no contaba con ningún papel médico.

-Es que... yo... sentí que me desvanecía, no suele sucederme pero creo que me bajó la presión y por eso lo pedí...

-Hubiese pedido sal, señora, -me dijo- la sal abunda y el azúcar escasea.

-Es que fue una baja de glucosa, necesitaba algo dulce, algo con azúcar y no con edulcorante; los ciclamatos me bajan la presión.

-Esas son excusas, voy a tener que llevarla detenida y comprobar su estado de salud. Usted tiene derecho a permanecer en silencio...

A punto de ponerme las esposas, la sorprendí zafándome y corrí hasta el primer árbol que me permitiese protección. Es bien sabido que los árboles nos protegen en Baigorria y por eso la ley tampoco permite que nos aferremos a ellos; cuando usted llega a un árbol y éste tiene el tronco de un diámetro tal que le permite abrazarlo, usted entonces queda inmune a cuanto acontecimiento suceda a su alrededor. Por eso están rodeados con alambres de púas, todos ellos, pero este árbol en particular tiene un tronco muy grueso, aunque nadie se había dado cuenta que con solo dar un salto, se puede quedar colgado de una de sus ramas, abrazado con brazos y piernas. Y eso hice. Di un salto y me prendí de la rama como un koala. Quedé balanceándome ante la vista azorada de los presentes. ¡Mi amigo, claro! El gesto de mi acompañante fue de una absoluta extrañeza, impávido, sin sonrisa ni seriedad, sin palabras. Él solo se quedó a la espera de que me soltara. Algunos otros aplaudieron mi destreza y otros se reían a viva voz, pero ante el gesto de la mujer policía se fueron retirando poco a poco. Mientras tanto ya no escuché nada más, el tronco estaba frío, áspero; apoyé la cara y me molestó la aspereza, pero sentí una rara satisfacción por hacer algo que no había hecho nunca y que a la vista de los demás no tuviese una explicación coherente. Me quedé abrazada, con una gran paz que me devolvió los colores normales al rostro y el ritmo habitual al corazón. Como pude, con la punta de los dedos desenvolví el sobre de azúcar y en la servilleta había algo escrito: "El árbol está atrapado, pero te dará una mano".
2.bp.blogspot.com

Esa noche pude salvarme a pesar de no haber leído la advertencia de la camarera, fue algo instintivo tal vez. La municipalidad, inmediatamente avisada del caso, envió sin demoras una cuadrilla a cortar la rama, no sea cosa que alguien más pretenda alterar la ley y el orden de la localidad.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Ensayo de metáfora I

En el ring, plena pelea. Los boxeadores están con un guantazo que va y otro que viene, hasta que uno de ellos ya no puede más.
El entrenador del deportista que está exhausto, duda si tirar la toalla o dejar que su pupilo continúe hasta el final, tal vez creyendo que de algún modo impensado llegará esa fuerza o un golpe milagroso, que remonte su pobre actuación en el cuadrilátero. Por detrás de las cuerdas las cosas se evalúan más fríamente que estando dentro de esa circunscripta violencia consensuada, apadrinada y vitoreada. No hay nada que hacer, se caerá una vez más y seguramente volverá a evaluar si tirar o no la toalla el próximo round.
En el siguiente asalto la cosa sigue más o menos igual; su pupilo no pudo hablar en el rincón, pero lo miró con dificultad, debajo de los párpados hinchados y sangrantes las cosas se ven demasiado turbias. Solamente negó con la cabeza y salió a pelear otra vez. Ahí está, las piernas temblorosas no lo ayudan y el entrenador sigue de cerca la caída.
Ya no sirve el breve descanso, ya escupió bastante sangre con el agua, ya no puede ver, ya no sabe dónde está pero sabe que avanzará con tres pasos, los suficientes para continuar. Este púgil está ciego. El otro enfervorizado. El entrenador arroja la toalla que sale flameando; blanca, victoriosa, sabia y prudente.


jueves, 16 de diciembre de 2010

Ensayo de paronomasia III




La luna de lana, virgen
sal de sol anochecida
transforma la noche en nicho
de soledad travestida.

Ensayo de paronomasia II




El tipo, tapa
la musa, atrapa.
Él toma y teme
que ella se vaya.

Ensayo de paronomasia I




No todo tira ni atora,
ni nada anuda ni anida,
al pozo paso saltando y
piso el peso por arriba.


domingo, 12 de diciembre de 2010

Tatuada en tu espalda


Foto: Carina Gentile


Tatuada en tu espalda
metida en tu piel
tinta y sangre.
Tu sudor me moja
sal y olor a ti
me embriagan
de lujuria
y más quiero estar
en tu cuerpo,
en cada poro herido
por la imperiosa necesidad
de mi presencia.
Tú me tienes
tatuada en tu vida,
y yo quiero,
yo lo quiero.


sábado, 11 de diciembre de 2010

Juguete o chiche nuevo, que es lo mismo

Aquel maravilloso señor me dejó más que un recuerdo. Encerrado mucho tiempo en su garage sin automóvil, pasaba el tiempo investigando sobre la física del movimiento continuo en los elementos inanimados. Es decir, buscaba, por ejemplo, cómo lograr que un cuerpo en forma de pirámide triangular de base cuadrada girase sobre sus lados de manera similar a como lo haría un cilindro de sus mismas dimensiones; trazando un recorrido recto que dejara como huella no una serie de triángulos consecutivos sino, un rectángulo que se extendiese a lo largo de una mesa, por ejemplo y como para comenzar.

Una de las primeras notas, claro, fue la siguiente: "Los ángulos rectos no son propicios para la rotación de los cuerpos en movimiento sobre sus lados o bases con apoyo en planos paralelos al suelo o con una inclinación lógica para generar la inercia sobre el mismo". Una nota desalentadora para cualquiera, pero no para el Loco del Garage; quien luego de varios meses de estudio y pruebas diversas terminó limando los bordes angulosos de la pirámide llegando a transformarla en un cono, cuyo movimiento dejaba como testimonio un círculo acabado.

Así fueron sus intentos, alejado de toda teoría o práctica ya hecha y estudiada porque se consideraba un autodidacta de la ciencia a partir de su propia práctica. Nada fácil. Pero era una persona que no se quedaba en su idea original sino que aprovechaba los cambios que surgían después de cada intento.

El cono que quedó formado luego de quitar mucha viruta al cuerpo de madera, giraba y giraba sobre sus lados, en realidad un solo lado, como anotó en otra de sus observaciones: "Un cuerpo de laterales redondeados comienza y termina su movimiento en el mismo punto desde donde partió, siempre que posea un vértice que le dé una iclinación regular que permita un giro en el mismo punto y que éste actúe como eje de rotación".

Más tarde, pintó el lateral del cono con colores y lo hacía rotar sobre un papel con la pintura aún fresca, logrando efectos visuales atractivos en el plano. Pero siempre obtenía círculos más o menos uniformes que terminaron por aburrirlo. Así fue que, observando su creación desde todos sus ángulos, lo hacía girar lentamente con sus manos a la altura de los ojos y, para su sorpresa, se dio cuenta de que esas líneas le producían un efecto hipnótico porque subían y bajaban, en un movimiento sin solución de continuidad. Entonces detalló: "El cono, en un movimiento vertical respecto del plano de apoyo, con la base hacia arriba y con su lado pintado con líneas paralelas a su base, generan un efecto visual hipnótico"

Así comenzó a estudiar la posibilidad de hacerlo rotar sobre un eje de simetría axial sin apoyo sobre el plano, de manera que pudiese girar libremente en su verticalidad. Probó colocando el cuerpo de estudio en una varilla roscada de mínimo diámetro, desde el centro de la base hasta el vértice; así, y habiendo agujereado convenientemente con ranuras la madera, lo hacía rotar a manera de tuerca sobre la varilla y subía y bajaba el cono si daba vuelta su artefacto cuando el cuerpo llegaba al final del enroscado recorrido. Hipnótico nuevamente; interesante, pero era demasiado escaso el movimiento y la diversión duraba breves segundos, finalizados los cuales había que darlo vuelta nuevamente y así sucesivamente, porque no iba de arriba a abajo y de abajo a arriba, siempre iba de arriba a abajo y de arriba a abajo.

Recuerdo una mañana de domingo en que El Loco del Garage había encargado el diario a mi padre, que era el canillita del barrio. Ese día, me tocó a mí repartir los ejemplares y cuando me acerqué a la casa del Loco, el garage estaba abierto. Me detuve un momento a observar sus movimientos por la pequeña abertura, pero más me detuve porque quedé hipnotizada con el ir y venir de ese juguete, de arriba a abajo y de arriba a abajo. Y ahí fue que cuando quise irme disimuladamente, le pisé la cola al gato. Su lastímero maullido lo sacó de su ensimismamiento y levantó la vista hacia mí, que me quedé atónita ante la sorpresa.

-Diario- Dije con voz temblorosa y tímidamente.

-Hola- Me dijo con una sonrisa. -Me parece que te gusta mi invento.

-Es lindo...

-Tomá, usalo un ratito; pero un ratito no sea cosa que se rompa.

¡Para qué! Entré al refugio del Loco y acepté de sus manos ese invento que nunca había visto y que me embelesaba con sus colores en movimiento. Lo hacía bajar y bajar otra vez, y bajaba y bajaba de nuevo.

-Bueno, piba, ya está.

Mi cara seguramente mostró la tristeza que me daba tener que dejar ese maravilloso juguete de vuelta con su inventor y fue entonces cuando me dijo:

-Te voy a fabricar uno.

-¿Ahora?

-Tengo uno sin terminar, ¿querés verlo?

¡Qué alegría que tenía en ese momento! La pobreza de mis padres, no permitía comprarnos juguetes novedosos a todos nosotros que somos seis hermanos y pensar en la posibilidad de un chiche semejante me llenaba de felicidad.

-Tomá. ¿Te gustan los colores?

Yo tomé ese cono de sus manos maravillosas y creativas con mucho cuidado; mientras tanto, el Loco buscaba una varilla roscada y su taladro para terminar mi juguete. Pero algo inesperado sucedió. Mientras lo tenía en mis manos, a ese cono maravilloso e hipnótico, el cuidado fue tan excesivo que se me resbaló de entre los dedos yendo a caer al suelo de manera tal que el juguete quedó girando sobre su vértice durante muchos segundos, muchos, además de hacer un recorrido ruleteado y garabateado muy gracioso.

Nos quedamos ambos observando esa maravilla de la física del movimiento que parecía querer escaparse en su giro loco y desbocado hasta que quedó inmóvil, luego de sus últimas volteretas y saltitos.

-Es como un tornado- me dijo.

Yo no pude decir nada. Simplemente lo levanté, lo arrojé de nuevo con un movimiento giratorio de mi mano y ¡otra vez a hacer piruetas!

-Maravilloso- agregó luego de una nueva prueba.

-Es como un tornado- me animé a decir.

-Es como una tromba marina- comentó él.

-Gira de manera loca- dije yo.

-Se llamará Giroloco.- Sentenció.

Al poco tiempo del suceso y con el Giroloco en mi poder, porque lo había prometido, el Loco del Garage patentó su invento que terminó llamándose "Trompo Giroloco" y compartió conmigo los beneficios de la comercialización del juguete.

Hoy, el primer trompo forma parte de mi vitrina de recuerdos más preciados, por un lado, poseo el trompo original y por el otro, el aprecio por la honestidad de un simple Loco.

viernes, 10 de diciembre de 2010

¡Quién compra, señores, un poco de nostalgia! Pasen y vean: La Boca


Para leer este texto, recomiendo escuchar esta canción Niebla del Riachuelo. Tita Merello. Ábranlo en una pestaña aparte, y escuchen mientras leen. Después, si quieren, me comentan.



El barrio de La Boca nace alrededor de lo que fue el primer puerto de la ciudad de Buenos Aires, en Argentina. Decimos barrio a un lugar delimitado geográficamente dentro de una ciudad, pero que implica para sus habitantes una cuestión de identidad compartida, de historia rescatada que los une; en este caso es la historia del hombre y la mujer de puerto. Es la boca que se abre al Río de la Plata, el Riachuelo dueño de un hedor de desidias pero que aún así sigue siendo admirado. Desde sus márgenes, se ve el agua casi en calma, con algunas embarcaciones que han quedado allí como un vínculo con el pasado limpio y diligente, atareado y pintado de voces pregoneras, de saludos y de olvidos, de bienvenidas y recuerdos.



Herrumbrado, con una imponencia de hierro y remaches de gigante envejecido, el puente Avellaneda preside los movimientos del tiempo, los cambios que lo dejaron de lado por uno más nuevo que lo linda, de un vibrante rojo anaranjado que enfatiza su presencia.

La Costanera, sembrada de puestos de feria marcan el camino al centro de La Boca mientras comienza a escucharse de fondo aquel tango esperado, confundido entre el ruido de los neumáticos de los colectivos y autos sobre las calles de adoquines, fieles a su propósito y traicioneros al taco femenino.



Alzando la mirada se ve casi todo, pero nos recibe el Museo Quinquela Martín, nadie como él fue capaz de pintar tan fielmente el espíritu del lugar que sus mismos habitantes llaman "La República de la Boca". Ese espíritu, escondido tras los colores fuertes y variados de las fachadas de los conventillos; esas construcciones de chapa y madera, de dos o tres pisos de altura, que albergan, en una pobreza infame, escondida a las visitas curiosas, a mucha gente que vive allí desde siempre. Los carteles fileteados, parecen necesarios, inevitables, omnipresentes; en el primero que encontramos siguiendo el antiguo empedrado, se lee "Caminito", como si fuese el mascarón de proa de una esquina en ochava, vértice de una manzana triangular, con balcones antiguos. Caminito es el nombre de la calle principal, inmortalizada en la letra de un tango, compuesto por Juan de Dios Filiberto, con letra de Gabino Coria Peñaloza, que es un himno en la garganta de Carlos Gardel.




Desde muchos balcones, generalmente adornados con rejas artísticas, muy antiguas, se asoman, para definir fehacientemente la idiosincrasia del barrio, las figuras del Che, Maradona, Evita y Gardel; una identidad de exportación emplazada allí en esas esculturas, como íconos de una argentinidad que se circunscribe entre esas calles. La Boca era puerto, conventillos con inmigrantes, trabajo y dignidad, y hoy es Boca Juniors, Maradona y Evita; un modo de vida que se visita superficialmente.

Se respira nostalgia en los museos de los inquilinatos, donde conviven antiguos muebles rescatados al tiempo, elementos cotidianos de antaño, mezclados con souvenires para los turistas. Si se observa con atención hacia los fondos de los conventillos, en los tendederos se ve flamear la ropa de los vecinos y las cortinas, descoloridas y deshilachadas, de las ventanas y los frentes que no quisieron esconder su pobreza, su cotidianidad, que transcurren anónimas detrás del maquillaje turístico. Los colores, allí, en ese pedazo de autenticidad, se llevan en el corazón, el azul y oro de Boca Juniors, y se impone en las calles y en las columnas un poco más alejadas del centro de turismo. En los frentes, la curiosidad por la nostalgia del pasado y su persistencia en el presente; en los patios traseros y las espaldas de los conventillos, la vida marginada, a modo de paradoja.

Y sobre el adoquinado, las parejas bailan tangos y milongas, y en los pequeños escenarios de los cafetines y bares se anima también el folklore con zambas, chacareras y gatos. Todo se mezcla, pero todo es arte: pinturas, esculturas, construcciones antiguas remozadas y convertidas en galerías y paseos, música, danza y fotografía.

Allí, y yo creo que era algún espíritu cautivo, escuché que alguien me cantaba al oído una nostálgica canción italiana, vieja, como una canción de despedida... y me hizo llorar.







miércoles, 17 de noviembre de 2010

De vez en cuando, algo de tristeza que se irá


Sí, es tarde. La vida nos pega tantas patadas en el culo que una se despierta inexorablemente luego de dar vueltas en la cama, encender la compu, tratar de escribir sobre esas cosas que me pasan... Nada. Tengo un sueño que me demuele, tengo un sentimiento que me duele. Pero como digo siempre, la vida nos enseña así, a veces es muy conductista; bueno, la mayoría de las veces lo es. Pero estamos en esto, mis queridos colegas humanos, y como no somos de piedra pero solemos tropezarnos con ellas no una sino varias veces, hay que apechugar, asumir y darle pelea de nuevo.

A veces parece que los inconvenientes olieran o percibiesen mi bienestar, cosa de no errarle al momento de venir a jorobar la paciencia. Entre tantas cosas que se aprenden, una de ellas es que cuando un problema tiene solución no es problema; por lo tanto, si no tiene solución, para qué darle más rosca al asunto. Esta idea no es mía, claro, es un viejo proverbio con arreglos míos.

A veces imagino la posibilidad de que cada persona al nacer debería traer un manual del usuario, especialmente si los que nacen son nuestros hijos. De sólo pensar en que mis padres hubiesen contado con el mío, la plata que me hubiese ahorrado en terapia... Pero no. Eso es para todos igual, los que no somos iguales somos cada uno de nosotros.

Ya se estarán preguntando: ¿Pero qué le pasó a a esta Fulana?, o ¿al Ánfora Etrusca?; pero no vale la pena. Una lágrima no hace al mar ni un grano de arena una playa, y yo soy nada más que eso: una lágrima y un grano de arena. Ya se perderán y se unirán al resto.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Ne regrette rien. Dans la dame française qui visite l'abri de l'amphore



‎"C'est la vie qui nous oblige à penser et à intégrer le fait de vivre de telle manière que nous avons besoin ne se repentira pas, et la meilleure façon consiste simplement à prendre la responsabilité de chaque étape."


"Así es la vida que nos obliga a pensar e integrar el hecho de vivir de tal manera que no tengamos que arrepentirnos, y la mejor manera es simplemente asumir la responsabilidad de cada paso."

sábado, 13 de noviembre de 2010

"Náufragos. Vengo de un avión que cayó en las montañas" Un documental escrito y dirigido por Gonzalo Arijón.

Las situaciones extremas en la vida suelen proveernos de una filosofía que nos permite seguir adelante. A la larga, si hemos aprovechado las experiencias, seremos sabios. Nadie está en la situación de determinar si es la sabiduría verdadera excepto nosotros mismos, viendo los resultados de cada paso que hemos de dar. Nadie le puede enseñar a nadie este tipo de entendimiento como tampoco nadie lo entiende hasta que lo vive. Es así.
Muchas veces he hablado y he escuchado hablar de temas de variado calibre, especialmente de situaciones que "otros no supieron manejar", sin tener en cuenta que desde afuera, aun sin tener el derecho de opinión, las cosas se juzgan con demasiada liviandad o con un peso escaso.
Muchas situaciones, si no se viven, no se sienten; en especial las extremas: extrema tristeza o extrema alegría. Son demasiado personales para andar juzgando. Te acompañaré en el sentimiento cuando lo haya sentido, por ahora, te acompaño a vos; eso deberíamos expresar.
Hace un rato vi un documental excelentemente realizado en el 2007 sobre la tragedia de los Andes, ocurrida en 1972, desde un ángulo nada sensacionalista, ni sangriento ni morboso; testimonios luego de treinta y cinco años. Me llamó la atención el título: "Náufragos. Vengo de un avión que cayó en las montañas", sin embargo, ese naufragio tiene otras connotaciones y el resto del título es parte de la nota que pudieron arrojar al otro lado del río y que sirvió para que los ayudaran. No voy a contar los sucesos bien conocidos por tantos infames tratamientos novelados de la cuestión: simplemente, la experiencia y el tiempo, revelaron una reflexión que solamente se logra por la experiencia.
Excelente documental, excelente tratamiento. Vale la pena verlo y especialmente escucharlo.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Notas sobre el Licenciado Próspero Grullo. Por Juanse Guido Res. Segunda parte.

Al salir de la agencia nos subimos a mi auto, en esa época yo tenía un Flíat 600 modelo 72, ahora tengo un Maudi Coupé último modelo, pero ese es otro tema que no viene al caso por ahora; veremos si más adelante se justifica comentar tan conveniente cambio. El caso es que Próspero tenía y aún conserva un cuerpo bastante voluminoso producto de sus años de sedentarismo sentado frente al televisor y le costaba bastante acomodarse a los escasos espacios del vehículo. Nos dirigimos hacia la mansión familiar del licenciado, que, a pesar de sus grandes dimensiones, las de la mansión, no hablo ahora de las del licenciado; alberga solamente a dos personas: Próspero y yo, que lo acompaño todo el tiempo excepto cuando alguna cita me requiere y utilizo alguna habitación más alejada para tener intimidad, entonces somos tres. La familia, de apellido más que reconocido en muchas partes del mundo, no tiene ni ha tenido nunca tiempo disponible para este familiar, pero sí dinero.
Cuando llegamos a la casa, descendimos del Flíat; tuve que ayudarlo a bajar desencajando su porte de la puerta, y se fue derecho a su habitación para comenzar a preparar las valijas. Yo, mientras tanto me quedé leyendo el folleto de la agencia con el itinerario que, por supuesto, fue elaborado muy cuidadosamente para que el viaje fuese lo más largo y costoso posible y así dejar satisfecho el requerimiento de Próspero y los bolsillos de los vendedores. Saldremos del aeropuerto de la ciudad de Bostan, que queda a unos cinco kilómetros de este sitio, abordaremos el avión que nos llevará haciendo escalas en las ciudades más conocidas del mundo hasta llegar a Australia y volveríamos por la misma ruta hasta el aeropuerto de Bostan desde donde una combi nos llevaría hasta el camping, distante unos cincuenta kilómetros de aquí. -Ridículo.- Pensé.
Volví a la agencia, en donde todavía se estaban contando anécdotas del "gordo loco lleno de guita", que "parece que usa peluca" y que "debe ser un excéntrico que no sabe cuánta tiene". Cuando entré, se hizo gran silencio general y un vacío de personal difícil de llenar. Pedí hablar con el gerente. El tipo, se hizo esperar, evidentemente buscaba darse tiempo para defender la venta realizada. Al fin apareció, con una gran sonrisa y amabilidad extrema.
-Vos y yo sabemos muy bien de lo que se trata este asunto.- Dije.
-En realidad no sé si comprendo.- Replicó.
-Ese es el problema, no comprender o no entendernos; pero te la hago corta: Si voy a acompañar a esta persona durante todo el viaje, lo que pretendo es conocer el mundo, disfrutar de cosas que nadie pueda disfrutar a menos que sea millonario como él y pasarla muy bien. No pienso bajar de un avión y subirme a otro para terminar en el camping. ¿Nos estamos entendiendo?
-El tipo está loco.- Ante esta afirmación del gerente pasé a un trato formal, distante; se tomaba muchas atribuciones.
-A usted no le incumbe.- Le respondí secamente. -Elíjame destinos exóticos, extraños, de esos que nadie se anima a visitar, ya sabe, el precio no importa. Me cambia todo esto pero me deja el destino final.
Me fui de allí, habiendo acordado que nos indicarían los destinos una vez que abordáramos el primer avión con rumbo a Río de Janeiro. La aventura del moderno Quijote comenzaba, yo era algo así como su Sancho, pero esbelto e inteligente, y con distintos objetivos, claro.




miércoles, 10 de noviembre de 2010

Notas sobre el Licenciado Próspero Grullo. Por Juanse Guido Res. Primera parte

Desde hace algunos años estoy acompañando al Licenciado Próspero Grullo. Debo decir que esta persona sobre la cual derribaré algunos mitos y edificaré otros, es un ser humano que ha tenido la enorme suerte de nacer en una familia muy adinerada de las afueras de la gran ciudad de Bostan, capital de Brown River, al norte de Silver Water. Esto le permitió dedicarse con toda su humanidad a mirar tanta televisión como las horas de los días y noches se lo permitían; pero eso sí, en los últimos tiempos el problema que pude observar es que llegó a un punto en que no discriminaba si estaba viendo un informativo, un documental, una película o programas de la más variada índole.
Allí comenzó con este afán por ponerse a explicar las cuestiones sobre la incomunicación o lo que él llama el "desentendimiento". Antes era un hombre absolutamente sedentario, ya que le gustaba la pantalla grande y no esos televisores pequeños que muchas veces le ofrecí para que saliera a caminar un poco sin perderse nada de la programación, pero un día, impulsado por una fuerza que debió semejarse a un pellizco en las nalgas, se levantó y dijo, resuelto: "Vamos a observar por nosotros mismos lo que está pasando allá afuera." Y así fue como comenzó todo, nadie pudo detenerlo en su empresa; por lo tanto me vi obligado a seguirlo hasta el día de la fecha y quién sabe por cuánto tiempo más.
Como antes comenté, el dinero no ha sido impedimento para que fuese a cuanto sitio se le ocurriese, el problema es que quiso viajar en primer lugar a Narnia y de regreso, pasaría por Kampung Sebula; le vendieron algunos boletos, viendo su insistencia y conteniendo unas poderosas carcajadas que se oían desde una oficina del fondo del local de la agencia de viajes. Nos miraron a los dos con piedad, diría yo, miradas que devolví de la misma manera, miradas que el licenciado interpretó como envidiosas.
Uno de los empleados era el encargado de resolver la situación y procedió a explicarnos, en voz alta como si fuésemos sordos y articulando cada palabra con mucho cuidado.
-Los vuelos a Narnia fueron cancelados por orden expresa de Aslan hasta que se solucione un problemita con la Bruja Blanca, hasta entonces, la pista de aterrizaje estará llena de hielo, por lo tanto, inutilizable.
-¡Jah!- Dijo Próspero, y en soliloquio agregó -Ésto me huele mal.
Nuevas carcajadas contenidas desde el fondo del pasillo y el mismo empleado nos entrega unos folletos con la información sobre "Camping SEBULa", que es un lugar de veraneo del "Sindicato de Empleados del Banco Unión Latinoamericana".
El licenciado observó con atención y leyó: -"Kampung Sebula", bien, bien. Estoy seguro que esto costará mucho bastante y tendremos varias unas cuantas escalas en diferentes partes del mundo hasta que lleguemos al destino destinado.
-¡Seguro!- replicó el empleado- Pregúntele a Dolina, si no.
Ya las risas eran incontenibles; yo miraba a Próspero con cierta ansiedad por saber cómo reaccionaría, entonces dijo: -Bueno, dígame cuál es el precio del importe del viaje para nosotros ambos dos.
Mis ojos se quedaron clavados, perdidos en la cifra etérea que la agencia pedía por el viaje programado para el licenciado. Una vez terminados los trámites, atravesamos la puerta de salida y oí descorchar una botella de champagne, entre risas y festejos. Tal vez fuese sidra, no lo sé; no quise mirar atrás.




martes, 9 de noviembre de 2010

Breve informe sobre el entendimiento II. Por Próspero Grullo.

Volviendo al problema del desentendimiento crónico, producto no de una sordera del oído interno, sino de prestar atención a otra cosa mientras se nos está hablando diciendo alguna cosa, debería proceder a explicar un par de dos cosas. El desentenderse no es lo mismo que el desentendimiento, lo primero que está en primer lugar pasa por no hacerse cargo y lo segundo, que está en segundo lugar, por un desprendimiento del cerebro que se evade evadiéndose a alturas inestimables que no se pueden estimar. Si bien mis teorías son gravemente refutadas, me importa un pito, soy un tipo autodidacta que se instruye solo, que se basa en la experiencia y no en esos estudios concienzudos a conciencia de tantos tipos, que se pasan la vida estudiando en un escritorio sin ver las cosas en la realidad cotidiana de los acontecimientos, de las conversaciones en las que la gente o no dice nada o dice de todo, total, nadie entiende nada.
Para aclarar las cosas, digo que el desentendimiento es la cuestión básica de base en las situaciones de incomunicación: el otro que recibe lo que digo es un bruto, un ignorante que no consigue hacer que su mente permanezca permaneciendo en el sitio correcto cuando uno le habla o le gesticula. Para ejemplificar el asunto, hace un tiempo, a una señorita muy bonita le guiñé un ojo; mostró su incapacidad de "entendimiento" cuando salió exactamente corriendo en carrera veloz hacia el lado contrario opuesto al que yo pretendía, que era al lado mío, o sea, a mi lado.
Yo soy un tipo que se hace entender, porque suelo aclarar las cosas inmediatamente después de decirlas, es decir, seguidamente al acto del decir en el momento, en el instante en que veo esas miradas confundidas de confusión. Aristóteles solía decir que "Los grandes conocimientos engendran las grandes dudas", y ¡éeeeso es exactamente lo que inspiro!: "Grandes dudas" que surgen de mis grandes conocimientos conocidos por mí, de los saberes de la experiencia.

Breve informe sobre el entendimiento. Por Próspero Grullo.

A ver, a veraver, ejjjemmm. Nada y todo nos indica que la cuestión del entendimiento, por más que le demos vueltas se queda en el mismo sitio para algunos. ¿Y de qué depende eso? Ya respondo. Depende, pues, del interés del uno por entender al otro y viceversa, del interés del otro por conocer al uno. Y hablando de los hunos, con hache, ellos se entendían en su lengua altaica y con los demás a las patadas y rompiendo cuellos y así... No hay manera, no hay manera porque el entendimiento sobrevenía a fuerza de soga al cogote, por así decirlo, y el otro se moría irremediablemente dejando a todos sin saber con certeza si había entendido o no.
Otra cuestión que tiene que ver con el entendimiento la encontramos en los rituales de los achicadores de cabeza, para que se entienda mejor, ya que se trata de eso precisamente, los reductores de cabezas. Según mis propias investigaciones estos seres salvajes, en estado de incivilización, creían que si le achicaban la cabeza al otro, absorberían lo que les querían dar a entender. Algunos aborígenes dicen haber entendido los gestos agradecidos de los otros cuando el cuchillo se acercaba a su cuello, igual a los de ellos cuando las mujeres les ofrecían los alimentos; y así le daban para adelante con el ritual. Pero tampoco se sabe si funcionó porque no quedaba vivo el interesado en hacerse entender como para poder debatir alguna cosa y yo no quise arriesgarme a explicarles nada.
Hoy en día, y luego de muchos años de experiencias de campo, puedo decir que en nuestra civilización encontramos ambas de las metodologías aplicadas por los hunos y por los achicadores de cabeza: Si no entienden vean televisión.
Así que mi conclusión, por hoy y para terminar, por el momento es que cuando dos personas no se entienden, no se entienden; mucho menos si son muchos al mismo tiempo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Malos entendidos III: Las dos campanas a la vez

-Hola, Carmen, te llamo porque no entiendo por qué los papeles los tengo que presentar por triplicado; vos el otro día me comentaste y yo no sé si será tan así porque no sería necesario, estas cosas siempre me sacan de quicio porque si tengo que dejar una carpeta en el ministerio y la otra en la escuela para qué carajos quiero dejarme otra para mí con exactamente los mismos papeles, la verdad es que podría obviarse...
-No, mirá, te lo leo porque me parece que no nos estamos entendiendo...
-No, no te vas a poner a leerme ahora el reglamento por teléfono que me va a costar una fortuna...
-Sí, bue, pero sabés que no...
Es que no sé en realidad que no qué, ¡eh?...
-Ahá, te escucho.
¿Me escuchás bien? porque se me corta un poco lo que decís...
-Sí te escucho bien. Debés tener porca batería, poca, poca batería sí.
-¡Jajjajjj! ¿"Porca" batería? ¡La sangre gringa te brota!...
-Jeje, me salió la tanada sí, decime, esa boludez la escuchaste.
-¿Qué boludez escuché?...
-¡No!, ¡que esa tozudez la desechaste!
-¿Tozudes? ¿qué cosa deseché? estás diciendo cualquiera...
-¿Cómo que cualquiera?, no te digo cualquiera, es que es una testarudez tratar de resolver una cuestión sin haber entendido bien de qué se trata.
-No, yo entendí per-fec-ta-mente, se hace por triplicado, tres carpetas al pedo total, podría hacer fotocopia de la que queda en la escuela en el caso de que lo necesite y no tenerla guardada al pedo en casa, ¿en el reglamento no dice nada de que se pueda obviar una de las carpetas?...
-Ahá. Te lo leo entonces, "Se presentarán por tripli..."
-¡Sí ya sé, por tri-pli-ca-do! eso ya lo sé, pasá a otra parte en todo caso pero no me lo leas ahora que no tengo tiempo y se me agota la batería y el cargador anda como el culo, tengo que comprarme uno nuevo, pero el caso es que no entiendo por qué son tres y no dos y nada más pero es más retórica la cosa que para esperar una respuesta concreta en realidad...
-Pero ¡qué tarada, cerrá la jeta Flora!
-¿Cóoomo tarada y que cierre la jeta? ¡No me hables de esa manera!...
-¡No! ¿Ves que entendés lo que querés? No, no te dije "tarada", te dije que qué pavada, cerrá la carpeta ahora...
-¡Ah!, jeje, entendí otra cosa, perdón, bueno cierro las carpetas y las mando pero mando dos y a la bosta...
-Por tripli...
-Y dale con el triplicado, es al pedo por triplicado...
-Sí, y bue, pero es así.
-Esa es la burocracia de mierda en la que nos tenemos que mover, se talan millones de árboles para hacer papel y éstos te hacen gastar en papel y más papel, hoy con los medios electrónicos nos ahorraríamos cantidades de papel...
-Burocracia nada más.
-No, no me lo leas ahora que gasto fortuna en celular y se me termina la batería ¡qué boluuuda! lo podría haber cargado anoche y me olvidé pero como anda para el traste el cargador también...
-Bueno, no te lo leo entonces ¿entendiste?
-Sí entendí, entendí...
-Bue.
-Estaba pensando que nos podríamos encontrar para salir, podríamos ir a ese boliche para mayores, aunque pasan cumbia y a mí no me gusta pero a vos sí, podríamos arreglar...
-Dale. Cuando quieras, no hay probl...
-O si no pensaba que podría pasar por tu casa uno de estos días a tomar unos mates, pero amarguitos, porque no estoy consumiendo azúcar, sabés, me deshinché un montón desde que dejé de consumir tanta azúcar...
-Sí. Gra... bue, cla, veo porque no estoy nunca en cas...
-Tendrías que verme cómo estoy ahora...
-Ah... Se, ajá, buen... No te escuch...
-¿Ahora me escuchás?...
-No se oye bien, no.
-No, yo sí te escucho...
-¡uh! no se escuch...
-Te decía que...
-¡Andá a la mierda!
-¿A la mierda? ¿qué te pasa?
-¡No! Que no te pierdas.
-¡Ah!, otra vez, perdón te entendí mal, no, no me pierdo, te mando un abrazo y te llamo en cualquier momenti... (piiiiiiiiii)
-Sí, abraz...

Malos entendidos II: En simultáneo

-Hola, Carmen, te llamo porque no entiendo por qué los papeles los tengo que presentar por triplicado; vos el otro día me comentaste y yo no sé si será tan así porque no sería necesario, estas cosas siempre me sacan de quicio porque si tengo que dejar una carpeta en el ministerio y la otra en la escuela para qué carajos quiero dejarme otra para mí con exactamente los mismos papeles, la verdad es que podría obviarse... No, no te vas a poner a leerme ahora el reglamento por teléfono que me va a costar una fortuna...Es que no sé en realidad que no qué, ¡eh?... ¿Me escuchás bien? porque se me corta un poco lo que decís... ¡Jajjajjj! ¿"Porca" batería? ¡La sangre gringa te brota!... ¿Qué boludez escuché?... ¿Tozudes? ¿qué cosa deseché? estás diciendo cualquiera... No, yo entendí per-fec-ta-mente, se hace por triplicado, tres carpetas al pedo total, podría hacer fotocopia de la que queda en la escuela en el caso de que lo necesite y no tenerla guardada al pedo en casa, ¿en el reglamento no dice nada de que se pueda obviar una de las carpetas?... ¡Sí ya sé, por tri-pli-ca-do! eso ya lo sé, pasá a otra parte en todo caso pero no me lo leas ahora que no tengo tiempo y se me agota la batería y el cargador anda como el culo, tengo que comprarme uno nuevo, pero el caso es que no entiendo por qué son tres y no dos y nada más pero es más retórica la cosa que para esperar una respuesta concreta en realidad... ¿Cóoomo tarada y que cierre la jeta? ¡No me hables de esa manera!... ¡Ah!, jeje, entendí otra cosa, perdón, bueno cierro las carpetas y las mando pero mando dos y a la bosta... Y dale con el triplicado, es al pedo por triplicado... Esa es la burocracia de mierda en la que nos tenemos que mover, se talan millones de árboles para hacer papel y estos te hacen gastar en papel y más papel, hoy con los medios electrónicos nos ahorraríamos cantidades de papel... No, no me lo leas ahora que gasto fortuna en celular y se me termina la batería ¡qué boluuuda! lo podría haber cargado anoche y me olvidé pero como anda para el traste el cargador también... Sí entendí, entendí... Estaba pensando que nos podríamos encontrar para salir, podríamos ir a ese boliche para mayores, aunque pasan cumbia y a mí no me gusta pero a vos sí, podríamos arreglar... O si no pensaba que podría pasar por tu casa uno de estos días a tomar unos mates, pero amarguitos, porque no estoy consumiendo azúcar, sabés, me deshinché un montón desde que dejé de consumir tanta azúcar... Tendrías que verme cómo estoy ahora... ¿Ahora me escuchás?... No, yo sí te escucho... Te decía que... ¿a la mierda? ¿qué te pasa? ¡Ah!, otra vez, perdón te entendí mal, no, no me pierdo, te mando un abrazo y te llamo en cualquier momenti... (piiiiiiiiii)

domingo, 7 de noviembre de 2010

Malos entendidos

-No, mirá, te lo leo porque me parece que no nos estamos entendiendo... Sí, bue, pero sabés que no... ahá, te escucho. Sí te escucho bien. Debés tener porca batería, poca, poca batería sí. Jeje, me salió la tanada sí, decime, esa boludez la escuchaste. ¡No!, ¡que esa tozudez la desechaste!, ¿cómo que cualquiera?, no te digo cualquiera, es que es una testarudez tratar de resolver una cuestión sin haber entendido bien de qué se trata. Ahá. Te lo leo entonces, "Se presentarán por tripli..." pero ¡qué tarada, cerrá la jeta Flora! ¡No! ¿Ves que entendés lo que querés? No, no te dije "tarada", te dije que qué pavada, cerrá la carpeta ahora... Por tripli... Sí, y bue, pero es así; burocracia nada más. Bueno, no te lo leo entonces ¿entendiste?, bue. Dale. Cuando quieras, no hay probl... sí, gra... bue, cla, veo porque no estoy nunca en cas... Ah... Se, ajá, buen... No te escuch... no se oye bien, no, ¡uh! no se escuch... ¡Andá a la mierda! ¡No! Que no te pierdas. Sí, abraz...

sábado, 6 de noviembre de 2010

Solamente una ampolla

Si una zapatilla me saca una ampolla, me saca de mí. Si bien hay cosas peores en la vida que esa nimiedad pedestre, lo cierto es que duele casi tanto como un martillazo constante en el dedo más chiquito del pie a cada paso alternado. Ahora duele, ahora va a doler de nuevo; ahora dueeele y ah... otra vez; y así.
El roce del calzado se hace áspero y rústico, como tratar de limarse las uñas con una lija gruesa. Y punza, con un pinchazo que cruza todo el ser hasta la coronilla; y es allí donde descubro que existe una relación estrecha entre los dedos de mis pies y las puntas de mis pelos.
Pero tengo que seguir andando, y ahí se me asoma esa lágrima contenida que me sale del pecho apretado, de mi garganta cerrada y del esfuerzo por evitar que mi rostro se desdibuje, ya que no es una cara que pertenezca a un cuerpo afecto al estoicismo. No señor. Duele. Y duele en serio.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Llanto amargo

Estas lágrimas sólo limpian momentos, a veces cierran pasados; dejan en el camino estatuas de sal de quienes jamás debieron mirar atrás. Las lágrimas no sirven más que para eso; porque no permiten crecer ni entender, solamente están hechas para limpiar.
Las lágrimas surgen independientes de una voluntad, o muchas voluntades conjugadas; aparecen porque quieren, se van cuando lo desean, vuelven sin pedir permiso y se alejan sin decir cuándo ni por qué. Ni siquiera a dónde irán, en qué sitio se transformarán en reposado mar.
Contradictorias, ambiguas, acuden al sentimiento; llegan, se congregan y fluyen con total descaro; se escurren, se chorrean... Pero esta vez voy a enjugarlas. No les daré el gusto ante su desfachatez pretenciosa y extrovertida; no dejaré que barran mi rostro con el salitre y conserven mi carne cuando yo perezca.
Lágrimas de tragos amargos, lágrimas de dolor, lágrimas de impotencia, ésas son.

martes, 19 de octubre de 2010

Homenaje a Marcelo, todo por dos pesos

¿Qué nos pasa a las mujeres? ¿Acaso estamos locas? ¿Es posible que yo, que no tengo tetas viva en el planeta y Moria en un plateta? ¿Es posible digo, como dice Maitena, que estemos alteradas? Y si digo Maitena digo Maizena, esos alfajorcitos a los que he de renunciar para no quedar como una calesita. ¿Estamos locas?, reitero; porque si digo que me veo el ombligo es porque una planicie se abre entre mis ojos y las puntas de mis dedos gordos. Ahora, si en Corral de Bustos las tienen encerradas ¿no tendrán un par para mí? ¿Eh? Y si hay tanto té chino, ¿no puedo degustar bizcochos a mis anchas? Entonces pienso en las caderas, o en una cancha o una ladera... En la heladera tengo helado.
Ahora me despido con una frase para que todos re-flexionemos: "Se te cayó un billete de cien , agachate a recogerlo".

lunes, 18 de octubre de 2010

Este lunes no es igual a todos

Un lunes que no es igual a cualquier otro lunes que se conozca. No. No es lunes otra vez, ni es este maldito lunes, no, para nada. A pesar de las incertezas en las que vamos remando existe el hoy ya pasado que si lo he vivido intensamente se me pega en el ánimo y me adhiere la alegría de lo que me queda por delante. Sí, hay sabores dulces, amargos e intermedios; de cada uno de ellos he de probar inevitablemente pero me llevaré sólo los que me hayan permitido continuar con todo.
Tal vez sea una especie de alquimia que me permite transmutar los sabores detestables, esos que da miedo probar porque se sabe que después no se quitan con mentas.
No; no es un pesado lunes este. Es un día más que continuó al anterior en una sucesión que nadie sabe en qué momento terminará. Por eso quise un lindo domingo, y un lindo sábado y un lindo viernes; porque quiero vivir, a pesar de todo; es lo único que quedará cuando no esté.

sábado, 9 de octubre de 2010

Sacate el antifaz, te quiero conocer




Se desprenden las caretas, tapujos sórdidos o inocentes reflejos que al discurso acuden sin dudar para dejar en evidencia la intimidad. No y no, afirman una identidad que no termina de asumirse, una reafirmación de lo dicho como no dicho. "No voy a decirte que moriré de soledad si te vas", pero se dijo, se pensó, se teme. "No voy a decirte que no soy nada sin vos", pero se ha dicho sin más.
El discurso trata de ponerse máscaras, pero desnuda cada vez más lo que intenta ocultar.

viernes, 1 de octubre de 2010

Espera


Sé que es posible que haya esperado mucho o no haya esperado nada. Es posible que en la inmensidad de las horas que transcurren, cada segundo no exista como no existe la vida más allá de la nada. Es que en esta vastedad de lo corriente, temo por una ausencia infinita que me aparte de mí misma; ¿amor?, tal vez. Cada segundo, sea o no sea, acontece con una celeridad oprobiosa para mi finitud tan pronta.